Por Juan Russo / Desde el populismo, pareciera que el proyecto de separación de poderes y de pluralismo de información fuera bagaje de la derecha latinoamericana; que la democracia liberal de masas, con organizaciones partidarias que procesan el conflicto, fuera un producto de oligarquías conservadoras; que reclamar imperio de la ley, fuera ceñirse a intereses corporativos. Pareciera que el proyecto de democracia iniciado en los años 80 en la región (con sus sueños de salud universal, justicia, educación, y convivencia solidaria) y con garantías de desarrollo de la pluralidad, fuera un anacronismo, superado ya por el nacionalismo popular del siglo XXI. Es desde el horizonte de esa democratización que parten estas notas sobre la democracia venezolana.
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