jueves, 28 de mayo de 2020

Alejandro Einstoss: “No existe un plan de desarrollo energético”

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El Lic. Alejandro Einstoss, Economista Jefe del Instituto Argentino de la Energía “Enrique Mosconi”, disertó el pasado día 26 de mayo sobre Política Energética en el marco del ciclo de charlas que viene organizando el Instituto de la Unión Cívica Radical de Entre Ríos. 
Einstoss aseguró que “nuestro análisis tiene un punto de partida: la Argentina tiene una alta dependencia de hidrocarburos, en particular del gas natural, y enfrentamos la crónica decadencia productiva de la producción convencional, que se compensa con el desarrollo no convencional, subsidiado y caro.” 
En relación a la política energética del kirchnerismo Alejandro Einstoss consideró que “una oferta energética en caída, con demanda creciente a partir de una política de precios de la energía congelados por casi 15 años tuvieron como efecto aumento de importaciones y subsidios de efectos macroeconómicos de enorme magnitud, que explicaron prácticamente en su totalidad el enorme déficit fiscal”, y señaló que “este es el resultado de una política fallida, incapaz de dar respuesta a los problemas estructurales de la economía energética.” 
Con respecto a los problemas que tenemos en este momento en el sector, Einstoss identificó 5 puntos principales: 
“1. No existe un plan, no existe estrategia, no parece haber equipos técnicos. 
2. Las empresas de servicios están en crisis como consecuencia de la cuarentena/pandemia y del recurrente congelamiento de tarifas. 
3. El sector energético depende para funcionar de subsidios discrecionales del tesoro nacional.
4. El plexo de normas y regulaciones son una síntesis de parches y remiendos que en muchos casos se contradicen y se violan sistemáticamente. 
5. La organización del sector es ineficiente, con señales de precios contradictorias que generan una mala asignación de recursos y por ende sobre costos que termina pagando el usuario. La cuarentena no ha hecho otra cosa que poner en evidencia lo evidente: Las normas que rigen el sector energético no funcionan y deben ser revisadas. Vivimos en un contexto de EMERGENCIA PERMANENTE (16 de los últimos 18 años en emergencia), donde la ANOMIA es la norma.” 
Einstoss recordó que el Instituto Mosconi puso a discusión pública el documento “Bases para la Reformulación Integral del Sector Energético Argentino” (http://web.iae.org.ar/wp-content/uploads/2020/05/Bases-reforma-integral-IAE-Mosconi.pdf), en el que propone una reforma integral en 5 líneas: 
1. Reforma Legal. 
2. Reforma en la estrategia energética. 
3. Reforma organizativa 
4. Reforma de la determinación de precios y tarifas. 
5. Reformas en la participación del Estado. 
La reforma legal debería comprender un nuevo régimen del Marco Regulatorio Eléctrico que integre de manera armónica las leyes vigentes (15336 y 24065) en un texto único y sin contradicciones, la reforma de la ley de hidrocarburos, y la reforma del marco regulatorio del gas natural. 
La reforma de la estrategia energética supone la incorporación del concepto “transición energética”, que incluye la “descarbonización de la matriz”, en el marco de un plan y una programación eficiente que equilibre compromisos internacionales con competitividad. También debería reevaluar el proyecto Vaca Muerta, y la revalorización de la “exploración” de cuencas convencionales on y off shore, por una razón muy simple: “El que no busca no encuentra”. Y también procurar la integración energética: en particular entre Argentina y Bolivia, de manera de aumentar la oferta de gas pero en condiciones de competencia, y la finalización del gasoducto del NEA. 
La reforma organizativa debería incluir un Plan Energético aprobado por el parlamento, la reorganización de CAMMESA, y la creación de una unidad de estudio y planificación en el ámbito de la Secretaría de Energía. 
La reforma en precios y tarifas debería consistir en normalizar el precio de crudo interno al valor de referencia de paridad de exportación para las transacciones entre petroleras y refinadores, teniendo en cuenta que EL BARRIL CRIOLLO ES UN ERROR. El margen de refinación debe fijarse en línea con valores de referencia internacionales, y deben asegurarse precios del gas en boca de pozo competitivos, mediante la aplicación de subastas bien diseñadas. También deberían implementarse fondos anticíclicos para compensar fluctuaciones, y eliminarse todos los subsidios no aprobados por ley en el Congreso Nacional. 
Las reformas propuestas en la participación del Estado abarcan la reversión al Estado Nacional de las Concesiones Hidroeléctricas Chocón, Cerros Colorados, Alicurá y Piedra del Águila al vencimiento de las concesiones en 2023 - sólo deberían admitirse contratos de operación y mantenimiento -, la modificación de la conducta del Estado como controlante de la mayoría accionaria de YPF, teniendo una activa participación en la definición de los objetivos estratégicos de la compañía, manteniendo una gestión profesional que proteja el valor al accionista pero alineado a la política energética del Estado nacional; y la compra del paquete accionario de Transener, un monopolio natural estratégico para el desarrollo. 
Alejando Einstoss finalizó su alocución citando expresiones del Ing. Jorge Lapeña, Presidente del Instituto Mosconi: ““Una reforma endógena como la que se propone, debe ser objeto de un debate amplio: al interior de los partidos; en el Parlamento nacional; entre provincias y Nación; en el ámbito académico y en el sindical. El Estado nacional debe revertir el “modus operandi” que aplicó en el último cuarto de siglo a la Energía. ¡Esa mala praxis de resolver las cuestiones estratégicas sólo en el ámbito corporativo!”. 
Tras un amplio intercambio de preguntas y aportes de los participantes, cerró la charla la Rectora del Instituto, Stella Olalla, quien agradeció al disertante y destacó la presencia del Ing. Jorge Lapeña en el evento, de quien recordó su compromiso para concretar la obra del gasoducto que permitió abastecer a la provincia de Entre Ríos, una obra estratégica que ejecutó Gas del Estado durante la Presidencia de Raúl Alfonsín y la Gobernación de Sergio Montiel, que permitió que el gas natural llegue por primera vez a la Mesopotamia. 
La conferencia completa puede verse en el canal de YouTube del Rectorado de la UCR: https://youtu.be/u1gW5CaqawM

lunes, 25 de mayo de 2020

La pandemia y los peligros de la NO-ciudad

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Por José Antonio Artusi 
Veo muchas preguntas acerca de cómo serán las ciudades post-pandemia. Es una excelente pregunta, con muy difíciles respuestas; pero no nos ayuda demasiado, porque la verdad es que no sabemos cómo serán. Parece más útil preguntarnos cómo queremos que sean, y partir de responder una pregunta previa que parece obvia pero no lo es ¿cómo son? ¿por qué son cómo son?, y finalmente: ¿cómo podemos construir las ciudades que queremos? ¿cómo llegamos a ese futuro deseado a partir de un presente que en tantos sentidos no nos satisface?. 
Que no se pueda predecir el futuro no quiere decir que no se puedan prever escenarios. Ni la improvisación ni el recurrir a modelos de planificación obsoletos que fracasaron de manera contundente y reiterada en el pasado pueden ser alternativas válidas. De modo tal que no podemos prescindir de la tantas veces denostada herramienta de la planificación. Por varias razones, pero básicamente por algo tan simple y contundente como que “el que no planifica es víctima de algún planificador”, al decir de Mario Bunge. En momentos de incertidumbre, de escenarios complejos, dinámicos, conflictivos, cuando las categorías de análisis parecen tambalear ante tantas transformaciones, cuando el futuro parece opaco y más difícil de avizorar que nunca, cuando el camino que se nos presenta por delante aparece cubierto por una espesa neblina que no nos dejar ver lo que viene; es precisamente en estos momentos cuando más se necesita planificar con verdadero sentido estratégico, con plena conciencia de nuestras limitaciones y restricciones, y sabiendo que necesitamos herramientas que funcionen, más allá de las denominaciones y los rótulos, que a veces responden a marcos teóricos más o menos sólidos y a veces no son más que palabrerío diseñado para defender determinados intereses o mera estrategia de marketing. 
La permanente necesidad de tecnificar la política y politizar la técnica se nos muestra con toda su vigencia. El urbanismo es una dimensión de la política, y la política no podrá prescindir de los aportes técnicos que las disciplinas urbanísticas, y otras, integradas, pueden proveer. La crisis de la pandemia nos dejará sociedades y ciudades más pobres y más desiguales, en un continente como el nuestro que ya era, y seguirá siendo, el más desigual del planeta. 
Las ciudades deberán enfrentar nuevos y viejos problemas, la mayoría de éstos últimos agravados. Pero de algo podemos estar seguros, ya no volverán a ser lo que eran; el impacto de la pandemia y sus derivaciones es de tal magnitud que no tiene ningún sentido pretender volver a una supuesta normalidad pre-pandemia. Primero sencillamente porque será imposible, pero además porque deberíamos aprovechar realmente la crisis como una oportunidad para identificar y visibilizar problemas (y eventuales soluciones) que ya estaban pero que por alguna razón habíamos naturalizado, al punto de no considerarlos problemas evitables, o no abordarlos de manera eficiente en el diseño de las políticas públicas. Un claro ejemplo en este sentido lo constituyen lo que podríamos denominar algunas externalidades positivas de la respuesta más generalizada a la pandemia, o sea la cuarentena, y la paralización de muchas actividades. Una de estas externalidades positivas, o sea resultados no buscados pero esperables y favorables, está dado por el descenso en los casos de lesiones y muertes como consecuencia de accidentes de tránsito (¿no deberíamos tener estadísticas públicas, al menos semanales o mensuales, que nos permitan construir la curva epidemiológica de esta patología, la principal causa de muertes en la población joven en nuestro país?). ¿Volver a la “normalidad” implica resignarnos a tener nuevamente un promedio de 19 muertes por día por la siniestralidad vial en la Argentina, como el año 2019? No parece demasiado sensato. 
Por otro lado la pandemia nos ha mostrado algunos problemas urbanos que tienen una íntima relación con la salud. Como en sus orígenes, el urbanismo se vuelve a nutrir del higienismo. 
No son problemas nuevos, estaban ahí, y seguirán estando, pero ahora tenemos la oportunidad de que la mayor visibilidad que han adquirido nos empuje a encontrar maneras innovadoras y efectivas de solucionarlos, dado que muchos obedecen a cuestiones estructurales que han cosechado muchos más fracasos que éxitos. 
Pensemos en los déficits habitacionales y en la informalidad urbana, en los más de 4000 “barrios populares” (villas y asentamientos informales) relevados por el Renabap en 2016, más lo que deben hacer crecido en estos 4 años, más los nuevos que han surgido, como consecuencia de la incapacidad del Estado y de la sociedad para garantizar a amplias franjas de su población más vulnerable el acceso efectivo al derecho constitucional a una vivienda digna. No podemos mirar para el costado ni pretender que el problema se solucionará solo, como por arte de magia. La sanción de la ley que declaró de interés público su urbanización e integración, prácticamente por unanimidad en 2018, fue un avance, necesario pero claramente insuficiente. Si no se pone en marcha un plan que articule los esfuerzos de la Nación, las provincias y los municipios, que contemple la participación de los beneficiarios, y fundamentalmente si no se encuentran mecanismos viables y sostenibles de financiación de los proyectos que una epopeya de esta naturaleza requiere, la ley habrá servido para poco y quedará como una más de las grandes frustraciones nacionales. Hasta ahora, el esbozo de un plan concreto en ese sentido es una asignatura pendiente. En este sentido no puede dejarse de señalar que – tal como nos lo recordara Joan Clos en Mendoza hace un par de años, en ocasión del Foro Nacional Urbano – la urbanización genera más valor del que cuesta. El problema, en todo caso, es cómo recuperar al menos parcialmente las valorizaciones del suelo generadas por la inversión pública y privada y reciclar esos recuperos en nuevos programas y proyectos de vivienda, equipamientos y servicios públicos que comiencen a generar un círculo virtuoso de desarrollo, valorización, recupero e inversión para la integración socio-urbana. Este enfoque nos debería llevar a considerar a las villas y asentamientos no como unidades aisladas sino como piezas que forman parte de sectores urbanos, que se integren efectivamente a la ciudad y que dejen de ser progresivamente ghettos estigmatizados. 
Las villas y asentamientos son una de las formas del hábitat urbano que reflejan la consolidación de ciudades cada vez más segregadas, pero no la única. La vivienda social financiada por el Estado ha sido, lamentablemente, otra tendencia en este sentido desde hace muchos años. Como consecuencia de la falta de políticas de suelo eficaces que permitan disponer parcelas adecuadas en áreas consolidadas con este fin, se ha consolidado una perversa tendencia hacia la localización cada vez más periférica de los conjuntos de viviendas, en áreas aisladas, distantes de los centros urbanos, desconectadas, en tejidos dispersos, de baja densidad, desprovistos de adecuados equipamientos y redes de servicios públicos, así como de espacios verdes y públicos de calidad, carentes de la complejidad y la mixtura de usos que hacen a la esencia de la ciudad. 
Y otra forma de segregación son las urbanizaciones cerradas, una suerte de autosegregación en este caso. Cierto nivel de segregación residencial siempre hubo, reconozcámoslo; ya Platón nos alertaba acerca de que toda ciudad eran en realidad una ciudad dual, la de los pobres y la de los ricos. No tiene sentido idealizar de manera romántica las ciudades del pasado, pero sí reconocer que podemos mejorarlas reconociendo precisamente lo que tenían o tienen de bueno, y reaccionando a tiempo frente a tendencias negativas como estas que comentamos, que la transforman cada vez más en una NO-ciudad, en urbanizaciones desprovistas de los atributos civilizatorios e integradores que la ciudad supo tener, al menos como una aspiración en ciertos casos, y como logros concretos en otros; complejidad, diversidad, convivencia, integración, calidad de vida, eficiencia, economías de escala, oportunidades de trabajo y educación, movilidad social, progreso, libertad, seguridad, cultura, salud, deporte, equilibro entre vida comunitaria e intimidad doméstica, etc.. Estas urbanizaciones anti-urbanas, si cabe el oxímoron, actúan de manera conjunta, y afectan sobre todo a las periferias de nuestras ciudades, consolidando ghettos cada vez más segregados, de pobres excluídos en las villas y asentamientos, de sectores medios y bajos en los conjuntos de vivienda social, y de clases medias y altas en las urbanizaciones cerradas. En contraste, los centros urbanos y las áreas residenciales tradicionales resisten como pueden estos embates, con espacios públicos a veces deteriorados por la expulsión de sectores populares, por el abandono de sectores de alto poder adquisitivo que huyen a las periferias privatizadas, y por una crisis de la calidad ambiental y la seguridad del espacio público, muchas veces reducido a mero canal de circulación de flujos de transporte, más ocupado por vehículos que por personas. 
La pandemia y sus consecuencias arrojan una serie de amenazas a la posibilidad de revertir estos procesos, que debemos analizar cuidadosamente. Ya se están viendo expresiones que señalan a la densidad (y sin decirlo, a las ciudades) como “culpables” de la expansión de la pandemia en grandes metrópolis como Nueva York, ignorando la complejidad y multicausalidad del fenómeno, y ocultando que en realidad los niveles mayores de contagio en esa ciudad, por ejemplo, están más vinculados a patrones de hacinamiento y de niveles de ingreso y perfiles laborales que de densidad demográfica propiamente dicha. Pero que estos discursos anti densidad, anti urbanos en definitiva, impregnen los imaginarios sociales constituye un riesgo cierto frente al que debemos estar alertas. Una forma sutil, o no tanto, de promocionar ciertos desarrollos inmobiliarios podría ser instar a abandonar la ciudad “insegura” (no ya sólo desde el punto de vista de la violencia y el delito, sino desde la salud) y buscar refugio en enclaves aislados y amurallados, higiénicos y asépticos. Una apelación a la “desurbanización” que ya hemos visto en alguna oportunidad, utilizada por creativos publicitarios que concibieron un comercial para promocionar un auto en el que el mensaje principal era precisamente “desurbanizate”, y donde se mostraba un fuerte contraste entre el interior del auto, calmo y apacible, y el exterior, o sea la ciudad, caótico y conflictivo. Este riesgo va de la mano con otro, que es culpar también al transporte público, sin el que ninguna ciudad de cierta escala puede funcionar eficientemente. Por lo tanto la “receta”, inviable pero potencialmente seductora para algunos, podría ser apelar a cada vez menos densidad y compacidad y más utilización del automóvil particular, un modelo insostenible que en los Estados Unidos mostró claramente sus peligros y limitaciones, en términos de la capacidad de generar “ciudad” pero también en términos de eficiencia energética y racionalidad ambiental, y que además en nuestros países con escasos recursos sólo sería accesible a unos pocos. 
Con el término “ciudad” podemos en nuestro idioma referirnos a varios conceptos o dimensiones. Estas dimensiones de la ciudad están bien reflejadas en palabras de la antigüedad clásica: la “urbs” (la dimensión física, el soporte material, la ciudad construida sobre un ambiente natural); la “civitas” (la dimensión social, ciudadana, económica, la comunidad de personas que comparten un espacio para vivir y procurar satisfacer necesidades comunes, la del intercambio); y la “polis” (la dimensión política, la de las instituciones y formas de gobierno que se da esa comunidad para administrar la cosa pública). 
La alternativa a estas tendencias, que se verificaban en la práctica antes de la pandemia y que pueden verse ahora potenciadas por el miedo, no es otra que el perenne desafío de construir “ciudades”, en el sentido pleno del término, que sean a la vez “urbs” eficientes y sostenibles, “civitas” integradas, prósperas y seguras, y “polis” democráticas, justas y participativas. Ciudades en las que la densidad no signifique hacinamiento, donde sea placentero (y posible) caminar, donde los derechos a la vivienda digna y al hábitat adecuado para el desarrollo humano sean una realidad concreta y no una aspiración utópica, donde el espacio público de calidad sea el ámbito del encuentro y la socialización, de la política y la cultura. Ciudades en definitiva que sean el ámbito propicio para el ejercicio de la libertad por parte de ciudadanos que la comparten con igualdad de derechos y de oportunidades.-

viernes, 15 de mayo de 2020

LAS BANDERAS DE ENRIQUE PEREIRA

 
 
Se cumplen 11 años de la muerte de Enrique Pereira. 
Tuve el inmenso privilegio de que me honrara con su generosa amistad. Su hijo Ramiro, a pedido de Jorge Riani, lo recuerda en esta nota http://revistacontexto.com.ar/…/el-tesoro-de-enrique-perei…/ , en la que habla "de la proliferación excesiva de banderas republicanas. Esa tricolor (roja, amarilla y morada) que Joaquín Sabina canta en “De purísima y oro”, cuando pide “Para el corpus retales amarillos. Que aclaren el morao de las banderas”. Una de esas banderas se la obsequié hace unos años ya al Pepo Artusi, quien todo los años recuerda el 14 de abril a Enrique Pereira". La de la foto es la bandera tricolor que menciona Ramiro. Efectivamente, cada 14 de Abril (justo un mes antes del día de su muerte), la tricolor flamea en mi casa, y me acuerdo de Enrique. Ahora que lo pienso, lo hago un poco para honrar los ideales republicanos, pero un poco también para rendirle un pequeño homenaje, para hacer algo que a él le gustaría que hiciéramos. La bandera no es la única insignia tricolor suya que tengo. También atesoro el pin que muestra la otra foto. Lo uso bastante; y las respuestas que he obtenido lo habrían hecho reír: "Qué hacés con la bandera de Alemania?"; "Pero esa no es la bandera de España, bruto"!. 
Mi primer contacto con Enrique no fue personal, sino a través de uno de sus libros, que no recuerdo cómo fue a parar a mis manos en ocasión de un seminario en Paraná, "Mil nombres del radicalismo entrerriano", publicado por la Universidad Nacional del Litoral en 1992. El relato "Violadores caninos", en el Apéndice Nostálgico y Risueño de ese libro, es uno de los textos que más me ha hecho reír en toda mi vida. Se trata de una anécdota de una campaña de Roberto Lanús relatada por Horacio Domingorena en la campaña de 1983; magníficamente narrada por Enrique. 
Más tarde lo conocí personalmente, y a pesar de las diferencias generacionales (y a veces algunas diferencias internas, como corresponde entre dos radicales) forjamos una sólida amistad, que se fue consolidando con el tiempo. 
Cuando le conté a Rodolfo Parente que le había dado a Enrique mi dirección de correo electrónico me dijo: "Has abierto las puertas del infierno!". Efectivamente, mi casilla se llenó de mensajes suyos. Escribía muy bien, basta ver sus artículos y libros; pero en los mails, escritos de apuro y obviamente sólo para mí, aparecían a veces párrafos inentendibles como producto de alguna tecla mal apretada. Yo lo cargaba y le decía "sacate los guantes antes de pegarle al teclado...". 
Podría escribir un libro sólo con mi correspondencia electrónica con Enrique. Pero supongo que eso no se hace. La correspondencia privada es privada. Salvo que destinatario y remitente dispongan publicarla. Y a el ya no le puedo consultar, así que seguirá ahí, en la memoria de mi PC. A propósito de correspondencia, tengo una carta (otro de mis tesoros) de Silvano Santander dirigida a mi tío abuelo, Luis María Rodríguez, que me encantaría publicar. Pero siento que no debo hacerlo. Está fechada en Jerusalén el 1º de Junio de 1961. Fue Enrique precisamente el que me explicó el porqué de Jerusalén, donde Silvano Santander estaba cubriendo como periodista el juicio a Adolf Eichmann, el jerarca nazi que se había refugiado en nuestro país en 1950, y cuyas últimas palabras fueron: "Larga vida a Alemania. Larga vida a Austria. Larga vida a Argentina. Estos son los países con los que más me identifico y nunca los voy a olvidar. Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera. Estoy listo". 
Después tuve el honor de colaborar con Enrique en la elaboración del blog que sería una versión preliminar de su monumental "Diccionario Biográfico Nacional de la UCR". Sin las biografías, el blog todavía se puede consultar http://diccionarioradical.blogspot.com y contiene material muy interesante sobre el propio Enrique. El Diccionario fue publicado con posterioridad a su muerte por el Instituto Moisés Lebensohn. A 11 años de su muerte, estas líneas son mi modesta forma de recordarlo con gratitud y tratar de honrar su memoria.-

martes, 5 de mayo de 2020

QUE LA FUERZA ESTÉ CON EL INGRESO BÁSICO UNIVERSAL

Por Scott Santens @scottsantens 
No hay película que haya visto más que “Star Wars: Una nueva esperanza”, excepto quizás El Imperio contraataca”. Si tuviera que aventurarme a adivinar cuántas veces las he visto a cada una de ellas, y también a “El regreso del Jedi”, todo lo que puedo decir es que se trata de una cifra de tres dígitos para cada una. He leído docenas de novelas de Universo Expandido de Star Wars, asistí a la primera Celebración de Star Wars donde disfruté como un Jedi Oscuro completo con un sable de luz que construí a partir de un viejo tubo de flash de cámara Graflex, y cuando salió “La Amenaza Fantasma”, fui uno de esos fanáticos que estuvo en la fila durante más de una semana para estar entre los primeros en verlo en un teatro lleno de fanáticos tan emocionados como yo. 
Ahora que sabes que soy un gran geek de Star Wars, quiero conectar la su trama con la necesidad de un ingreso básico incondicional. 
Para cualquiera que nunca haya visto la primera película, involucra una Estrella de la Muerte, que es una super arma del tamaño de una luna capaz de destruir planetas enteros. Esta arma fue creada para gobernar la galaxia con un puño de hierro. Donde solía existir una República Galáctica en la que cada planeta tenía representantes en el Senado Galáctico, con la creación de la Estrella de la Muerte el Senado se disuelve por completo y los gobernadores regionales deben responder ante el Imperio ante la amenaza de destrucción. 
Cuando se le pregunta cómo mantendrá el Emperador el control sin el Senado Imperial, el Gran Moff Tarkin responde: "El miedo mantendrá los sistemas locales en línea. El miedo a esta estación de batalla". 
En esas dos oraciones se explica la razón por la que la pobreza aún existe. No se trata del dinero. Se trata del control. La pobreza es una super arma, y el miedo a la pobreza es lo que mantiene a las personas en línea. 
La pobreza es una Estrella de la Muerte. La pobreza tal como la conocemos no existe naturalmente. Está hecha por el hombre. Fue construida. Hasta hace relativamente poco en la historia humana, el acceso a los recursos naturales de nuestro planeta era gratuito. Cazábamos y recogíamos para nosotros y nuestras familias y nuestras familias extendidas. La supervivencia podía asegurarse con unas pocas horas de trabajo a la semana. Todo esto cambió cuando inventamos la propiedad privada. Aquellos con el poder para hacerlo encerraron los bienes comunes, los llamaron suyos y ordenaron a los excluidos de la tierra que la trabajaran para sus nuevos propietarios. 
Thomas Paine reconoció la perversidad de esto hace más de doscientos años cuando escribió “Justicia Agraria”: “Por lo tanto, lo que hay que hacer ahora es remediar los males y preservar los beneficios que han surgido para la sociedad al pasar de lo natural a lo que se llama el estado civilizado. Al abordar el asunto sobre esta base, el primer principio de la civilización debería haber sido, y todavía debería ser, que la condición de cada persona nacida en el mundo, después de que comienza un estado de civilización, no debería ser peor que si hubiera nacido antes de ese período... Es una posición sin controversia que la tierra, en su estado de cultivo natural era, y siempre tendría que seguir siendo, la propiedad común de la especie humana. En ese estado todo hombre habría nacido para la propiedad. Habría sido un propietario colectivo vitalicio, con apoyo en la propiedad del suelo y en todos sus productos naturales, vegetales y animales. Por lo tanto, cada propietario de terrenos cultivados adeuda a la comunidad una renta del suelo (no conozco un término mejor para expresar la idea) por el terreno que ocupa; y es de esta renta del suelo de donde procede el fondo propuesto en este plan. Al abogar por el caso de las personas así desposeídas, es por un derecho, y no por caridad, que estoy reclamando.” 
Somos la única especie en la Tierra que tiene que pagar para existir. No siempre ha sido así. Lo hicimos de esa manera. Construimos la pobreza tal como la conocemos. Tenemos tanta comida que la mitad se desperdicia. Tenemos tantas viviendas que hay cinco veces más viviendas desocupadas que personas sin vivienda. Tenemos tanta capacidad productiva que solo producimos alrededor del 70% de la capacidad existente para producir. La existencia de hambre y de falta de vivienda en los Estados Unidos es completamente innecesaria. La pobreza es un estatus legal impuesto a aquellos excluidos del acceso legal a las necesidades de la vida. Es injusticia económica. Es un arma. 
La Estrella de la Muerte fue creada para destruir planetas, pero su verdadero poder no estaba en esa destrucción, sino en todos los demás planetas temiendo su propia destrucción. Es por esa razón, que Tarkin elige destruir el planeta natal de Leia, Alderaan. No es porque Alderaan haya hecho algo mal. Alderaan no merecía ser destruido. Fue destruido como un ejemplo para todos los demás. 
Así es exactamente cómo funciona la pobreza. Sí, la pobreza mata a las personas, y las personas que mata no merecen morir. Son simplemente sacrificios para demostrar por qué las personas necesitan hacer lo que se les dice. El verdadero poder de la pobreza está en el miedo de todos. Si tienes miedo a la pobreza, aceptarás ese trabajo de mierda por ese salario de mierda. Harás ese trabajo que consideras incorrecto, que perjudica a otras personas o al ambiente, porque es mejor que el hambre y la falta de vivienda. Mantendrás la boca cerrada cuando de otra manera hablarías. No harás olas, si eso significa posiblemente perder tu trabajo, y ser el próximo en la lista de la Estrella de la Muerte. Servirás al Imperio. 
En Star Wars, una pequeña banda de rebeldes descubre que la Estrella de la Muerte tiene una debilidad, y arriesgan sus vidas para explotar esa debilidad y destruir la Estrella de la Muerte para liberar a la galaxia del control opresivo del Imperio. Martin Luther King, Jr. descubrió esa debilidad hace medio siglo: “Todos los programas del pasado tienen una falla común: son indirectos. Cada uno busca resolver la pobreza resolviendo primero otra cosa. Ahora estoy convencido de que el enfoque más simple resultará ser el más efectivo: la solución a la pobreza es abolirla directamente mediante una medida ahora ampliamente discutida: el ingreso garantizado... Es probable que encontremos que los problemas de vivienda y educación, en lugar de proceder a la eliminación de la pobreza, se verán ellos mismos afectados si se elimina antes la pobreza.” 
La Estrella de la Muerte no podía destruirse simplemente disparándole con todo tipo de armas. Sólo había una forma de hacerlo, disparando un torpedo de protones por su puerta de escape. Del mismo modo, solo hay una forma de destruir la pobreza, y es abolirla directamente, disparando un torpedo de ingresos básicos por su puerta de escape. La pobreza es falta de dinero, y entonces para terminar con la pobreza, debemos crear un piso de ingresos que eleve a todos por encima de la línea de pobreza. Eso es ingreso básico incondicional. Con UBI, la pobreza se fue, y con ella, el miedo a la pobreza se fue, y con eso, el control se fue. Una sociedad libre del miedo a la pobreza es una sociedad libre, libre de hacer lo que quiera y decir lo que quiera. Es una sociedad de consentimiento mutuo donde todos tienen el poder de alejarse de una relación personal o laboral abusiva, en lugar de no tener más remedio que estar de acuerdo por miedo. 
El movimiento por el Ingreso Básico Universal es la Alianza Rebelde. Depende de nosotros destruir la Estrella de la Muerte de la pobreza. No es una pelea fácil. Nunca ha sido. La forma en que están las cosas sirven bien a los poderosos. Quieren tener el control. Quieren que la gente tenga miedo. Quieren que la gente acepte las cosas como son. Lo que no quieren es que nos demos cuenta de que podemos destruir su arma. 
De lo que el Imperio no se dio cuenta en Star Wars, fue que la Fuerza estaba con los Rebeldes. No fue cualquier ala X lo que destruyó la Estrella de la Muerte. Fue el ala X de un Jedi quien apagó su computadora. No fue realmente el torpedo en sí lo que destruyó la Estrella de la Muerte. Fue el portador de la Fuerza detrás de él. Era una creencia de que se podía hacer.
Como explica Yoda en “El Imperio contraataca”, la Fuerza es creada por la vida. "La vida la hace crecer. Su energía nos rodea y nos une". La destrucción de la Estrella de la Muerte utilizó tecnología, pero era una cuestión de vida elegir la vida. La existencia de la pobreza es una cuestión de elegir el miedo. Tenemos la tecnología para acabar con la pobreza. Tenemos los recursos naturales y el conocimiento. ¿Pero tenemos la voluntad? Porque eso al final es lo que hará falta. 
Suficientes de nosotros debemos decidir colectivamente destruir la pobreza con el Ingreso Básico Universal. Tenemos que creer que podemos hacerlo. Sólo cuando creamos que el poder está dentro de nosotros, finalmente destruiremos la Estrella de la Muerte de la Pobreza. 

Se reproduce en castellano con autorización del autor 
 Ilustración: @Sinnerman

domingo, 3 de mayo de 2020

UNA SALIDA INTELIGENTE Y ORDENADA DE LA CUARENTENA

La cuarentena en la Provincia de Entre Ríos ha tenido hasta ahora un resultado positivo en la contención de la propagación de la pandemia de Covid-19. Pero también ha tenido, y seguirá teniendo en el futuro, impactos colaterales negativos tanto desde el punto vista sanitario como económico y social, deterioro que a su vez repercutirá luego indefectiblemente en las condiciones de salud y de calidad de vida de nuestra población. 
Urge por lo tanto implementar gradualmente una mecanismo inteligente y ordenado de flexibilización de la cuarentena, una transición planificada que evite una salida anárquica por parte de la sociedad, ante la imperiosa necesidad de buscar alternativas que morigeren la ya preocupante caída en los niveles de empleo, ingresos y actividad económica. 
Entre Ríos tiene registrados oficialmente hasta el día 2 de Mayo sólo 27 casos positivos, localizados en 9 departamentos (10 localidades). 8 departamentos y la enorme mayoría de las localidades no presentan casos confirmados. 5 permanecen en estudio y 591 ya han sido descartados; en tanto que en total se han estudiado 623 casos. Realidades diferentes y heterogéneas, desde el punto de vista territorial, demográfico, sanitario, social, habitacional, etc. no pueden abordarse con instrumentos homogéneos. Medidas uniformes aplicadas de manera generalizada en todo el territorio nacional pudieron tener sentido en una primera etapa, pero ya es hora de aplicar herramientas más sofisticadas, aplicadas a las exigencias que se derivan de las peculiaridades de cada territorio, en la escala provincial, departamental, local, e incluso barrial. 
Una pandemia y sus consecuencias son asuntos demasiado graves para mirarlos con el lente reduccionista de cualquier especialidad, por valiosa que sea. Aún al interior de la salud pública y la medicina, parecería que no estamos viendo los impactos negativos causados por la cuarentena en el agravamiento de otras patologías, tales como las enfermedades cardiovasculares – la principal causa de muerte en nuestro país – como consecuencia de diagnósticos o terapias que no se realizan a tiempo. Y obviamente no puede dejarse de considerar el impacto negativo en los determinantes sociales de la salud que causará el agravamiento de la crisis económica como consecuencia de las restricciones que la cuarentena impone a muchas actividades. 
Es por eso que se impone una mirada más amplia, que articule con sentido práctico las perspectivas de diversas disciplinas, evalúe costos y beneficios, determine el balance del intercambio de problemas que siempre está implícito en la acción de gobierno, y de la que se desprendan decisiones efectivas y eficientes, articulando de manera coherente todos los sectores y niveles del gobierno. 
Entre Ríos tiene en este sentido varias ventajas: 
1.- Su condición de territorio cuasi insular, que durante décadas le jugó en contra y condicionó negativamente sus posibilidades de desarrollo (junto a la vigencia de absurdas hipótesis de conflicto con Brasil, digamos todo), puede en esta ocasión ser un elemento a favor. Es posible controlar de manera muy estricta y rigurosa los accesos a la provincia. Si el virus entra, se lo puede rastrear, identificar a las personas contagiadas y a sus contactos y aislarlas preventivamente. 
2.- Hay pocos casos, sólo 27 hasta ahora, y ningún muerto. 
Se impone por lo tanto que comencemos a implementar una transición desde esta cuarentena medieval, indiscriminada, hacia esquemas más flexibles y adecuados a cada realidad territorial. Debe haber un plan provincial para esta nueva etapa, pero también acciones específicas y diferenciadas a escala departamental, local, y hasta barrial. 
Dado que no podemos cuidarnos ni protegernos de lo que no conocemos, y hacerlo de manera indiscriminada es demasiado costoso, un componente esencial de ese plan consiste en continuar e incrementar el programa de testeos, rastreando los contactos de todas las personas infectadas y realizando tests PCR, así como a todos los casos sospechosos que estén o ingresen a la provincia. A tal efecto deberían disponerse postas sanitarias en todos los accesos al territorio provincial y conformarse equipos de salud abocados a rastrear la totalidad de los posibles contactos de las personas infectadas, a los efectos de su identificación y testeo. Esos equipos podrían estar dirigidos por profesionales e integrados por agentes sanitarios y de ser necesario también por estudiantes avanzados de ciencias de la salud. También debería planificarse un muestro en todo el territorio provincial, con tests serológicos en muestras poblacionales representativas, lo que permitiría, junto a los resultados de los tests PCR, tener un panorama global más certero de la situación epidemiológica. 
Especial atención debería prestarse a las personas de mayor riesgo, no sólo por razones de edad, sino también por presentar patologías pre-existentes o por pertenecer a grupos de por sí vulnerables en función de déficits sociales y habitacionales (villas y asentamientos) o estar expuestos en mayor medida a riesgos de contagio (personal de salud, de seguridad, de geriátricos, etc.). Es necesario informar con claridad a la población que - por ejemplo – una persona de 40 años desocupada, con diabetes, que vive en una vivienda precaria de un asentamiento presenta mayor riesgo que una persona de 70 años con ingresos medios y estables que vive en una vivienda adecuada. En este sentido cabe alertar acerca de la urgencia de promover acciones concretas para mejorar en la emergencia las condiciones de los más de 400 barrios populares relevados por el Renabap en nuestra provincia (villas y asentamientos), en términos de acceso a agua potable y saneamiento, a energía segura, gestión de residuos, etc. También urge reglamentar y aplicar sin demora el artículo 24 de la Constitución Provincial, que garantiza el derecho a la alimentación y a un ingreso mínimo indispensable para la subsistencia. 
Las campañas de información deberían poner énfasis en la necesidad de no discontinuar tratamientos ni diagnósticos de enfermedades crónicas (cardiovasculares, oncológicas, respiratorias, etc.). En todos los niveles deberían identificarse las actividades económicas que podrían reiniciarse, con la elaboración e implementación de estrictos protocolos de higiene y bioseguridad, tanto para trabajadores como para clientes y proveedores. 
Las condiciones de seguridad en el espacio público a los fines recreativos y en los sistemas de transporte público también deberían enumerarse y exigirse de manera rigurosa. Una especial atención debería darse a la cuestión de la seguridad vial. Sería razonable no naturalizar que debemos volver a una supuesta “normalidad” de una pandemia que causó 19 muertos por día el año pasado en la Argentina. La pandemia y la cuarentena podrían en este sentido aprovecharse como una oportunidad para retomar muchas actividades pero con nuevas acciones de prevención, y sobre todo con una nueva conciencia, que brinde mayor seguridad vial. Adicionalmente, logros en este sentido constituirán un formidable aporte para descomprimir las demandas de atención de nuestro sistema de salud. 
Algunos municipios de nuestra provincia están dando pasos en el sentido de buscar mecanismos de transición como los que comentamos. Ni la Nación ni la Provincia pueden dejarlos solos. Por el contrario, deben ayudarlos, no sólo con la distribución equitativa y transparente de recursos, sino también con la toma de decisiones consultadas y acordadas; pero sin tirarles por la cabeza la responsabilidad de medidas que no les corresponden. 
Hagamos de esta crisis una oportunidad para aprender entre todos a gestionar mejor problemas complejos.-

viernes, 1 de mayo de 2020

LAS CURVAS QUE NO VEMOS...

Por José Antonio Artusi 
“Aplanar la curva”. Si hubiéramos escuchado esta expresión hace un año habríamos mirado con asombro e intriga a nuestro interlocutor. De qué nos estaría hablando?. Hoy la escuchamos a diario y sabemos perfectamente de qué estamos hablando. Pero detrás de esas 3 palabras se esconden varios problemas. Para empezar, no es “la” curva, son “las” curvas. El Covid-19 no es el único corona virus, los corona virus no son los únicos virus, los virus no son los únicos organismos que causan enfermedades infecciosas, las enfermedades infecciosas no son las únicas, ni las más relevantes, las enfermedades no son los únicos problemas de salud; salvo que consideremos, por ejemplo, a la siniestralidad vial una “enfermedad”, causante de 19 muertes por día en promedio el año pasado en la República Argentina. 
Todo esto suena obvio una vez que lo decimos, pero esa obviedad parece no estar presente en muchos análisis ni en las consideraciones que subyacen tras el diseño de las políticas públicas. Las bajas cifras de muertes por Covid-19 en Argentina hasta ahora pueden aumentar, obviamente, y pueden explicarse razonablemente como producto de la eficacia de las medidas de distanciamiento físico y aislación adoptadas de manera relativamente temprana en nuestro país. Ahora bien, lo que no estamos observando correctamente son las demás curvas. Las medidas adoptadas hasta ahora para contener la propagación de la pandemia pueden tener – y van a tener – consecuencias no buscadas en muchos otros problemas de salud, y en muchos otros problemas en general. Como todo medicamento, la cuarentena tiene una determinada acción terapéutica, pero también tiene contraindicaciones, advertencias, precauciones, interacciones, acciones colaterales y secundarias, reacciones adversas, y siempre existe el riesgo de sobredosificación. 
Toda acción produce determinados resultados, unos esperados y otros inesperados; unos buscados y otros no buscados, unos positivos y otros negativos. “El remedio puede ser peor que la enfermedad” dice el refrán. Carlos Matus tiene varias frases profundizando esta idea, la del intercambio de problemas. “La idea de solución de un problema esconde el contra-balance de los efectos colaterales indeseables”. “El acto de intervención no es limpio, genera otros problemas. Hacer política es intercambiar problemas”. “El proyecto de gobierno es una oferta de intercambio de problemas”. 
Que surjan resultados no buscados, esperados o no, de la aplicación de cualquier decisión no quiere decir necesariamente que sean negativos. De hecho la cuarentena está teniendo efectos no buscados positivos. Uno de ellos debe ser la disminución en la cantidad de lesiones y muertes debido a la siniestralidad vial. No tengo datos oficiales al respecto (¿no debería haberlos?), pero suponiendo una hipótesis (¿conservadora?) de reducción del 50% con respecto al año pasado, tenemos que una cuarentena de 50 días habría evitado 475 muertes como consecuencia de accidentes de tránsito, más del doble que las muertes por Covid-19 hasta el 30 de Abril. Este dato invita a pensar en varias cuestiones. Primero, en que teníamos una pandemia que habíamos naturalizado, al punto de llegar a invisibilizarla, o a no considerarla un problema de salud pública. Pero, cómo no considerar un problema de salud pública a la principal causa de muerte en los jóvenes?. No debería acaso ser acaso uno de los problemas prioritarios? Segundo, esa naturalización implica, conscientemente o no, cierto grado de creencia en que se trata de un problema en buena medida irresoluble, fuera de nuestro alcance, al que hay que resignarse o a lo sumo atacar desde lo asistencial, con más y mejores recursos de salud para atender a los lesionados en los siniestros. Sin embargo, la experiencia comparada muestra con abrumadora evidencia empírica que no es un problema irresoluble, que se puede atacar con políticas públicas adecuadas, y que además la forma más eficiente y eficaz – como en tantos otros casos – es prevenir más que curar. Tercero, la cuarentena, con su consiguiente impacto colateral positivo en este aspecto, nos debe servir como una oportunidad para entender que no sería saludable volver a una supuesta normalidad en la que aceptemos con resignación que haya 19 muertos por día en accidentes viales, y muchos más lesionados demandando una enorme cantidad de recursos del sistema de salud, muchos de ellos con secuelas de por vida que afectarán negativamente su calidad de vida y la de sus familias. ¿No deberíamos estar pensando ya, aprovechando realmente la crisis del Covid-19 como una oportunidad, en repensar nuestros sistemas de movilidad y aumentar significativamente las condiciones de seguridad vial de nuestras calles y rutas? Algunos países y algunas ciudades lo están haciendo, no sólo por la cuestión de la seguridad vial, que en otras latitudes no es un problema tan grave, sino también por la necesidad de mejorar los esquemas de movilidad en general a la luz de las exigencias de la pandemia que en alguna medida van a perdurar, incluyendo el transporte público colectivo, los espacios para peatones, las bicicletas, etc. La peor alternativa sería que no sólo dilapidemos esta oportunidad sino que, en vez de volver a la “normalidad” anterior, involucionemos hacia un escenario de mayor inseguridad vial aún, en el que – por ejemplo - como consecuencia del temor a utilizar el transporte público se dé una consiguiente mayor utilización caótica de vehículos automotores individuales, mayormente motos – el medio más inseguro - antes que autos como consecuencia de la crisis económica. El riesgo está, dependerá de nosotros planificar y gestionar en la dirección adecuada. No se me escapa que la seguridad vial y la movilidad en general van de la mano con otras cuestiones como la planificación de los usos del suelo, pero dejemos por ahora el tema en ese punto. 
Volvamos a las curvas epidemiológicas. El 30 de Marzo el Dr. Victor Steng, un neumonólogo de Atlanta, publicó en su cuenta de Twitter la siguiente imagen:  
El texto del twit decía: “A medida que nuestros amigos y colegas desafían las líneas del frente, también debemos prepararnos para una serie de réplicas. Es muy difícil planificar tan lejos mientras estamos en modo de supervivencia. Debemos prepararnos temprano y elaborar una estrategia para nuestra respuesta al daño colateral del COVID19”. Como en toda curva epidemiológica, en el eje horizontal está el tiempo y en el vertical, en este caso, algo así como la “huella de salud” de la pandemia. En respuesta a una pregunta, el Dr. Steng expresa que el gráfico “simplemente ilustra un concepto, para iniciar una conversación. El eje y no se basa en datos reales (todavía), pero espero que veamos efectos cuantificables que se extiendan mucho más allá del pico inicial. Vea cómo las tasas de mortalidad en Estados Unidos se mantuvieron elevadas después de la pandemia de 1918”. María García Gil elaboró y publicó la siguiente versión del gráfico traducida al castellano: 
Aparecen 4 curvas, la primera (morada) es la de la morbilidad y mortalidad inmediata del Covid-19. A esa parecería que la estamos controlando bastante bien por ahora, pero urge ver cómo salimos de la cuarentena de la mejor manera posible. 
La segunda (verde) es la del impacto de la restricción de recursos en la atención urgente de pacientes no-Covid. Esta, dado que el sistema de salud no ha colapsado, ni está por ahora cerca de hacerlo, no parece ser significativa en este caso; al menos por ahora. Es más, dado que aparecen externalidades positivas como la que comentábamos en relación a la disminución de la siniestralidad vial, esta curva parece ser la menos preocupante. De todos modos, habría que preocuparse si la curva del Covid se dispara y si el pico tiende a coincidir con una salida de la cuarentena en la que se genera la reaparición (o agravamiento) de problemas como la demanda de atención por parte de lesionados en accidentes viales o hechos de violencia. En un artículo anterior comentábamos la sugerencia hecha por profesionales del NHS británico en este sentido, disminuir la demanda de atención por parte del sistema de pacientes no-Covid, por la vía de prevenir accidentes y emergencias, ilustrada en este gráfico: 
La tercera curva (azul) es la del impacto de la interrupción de diagnósticos y cuidados en pacientes con enfermedades crónicas. Esta sí es preocupante ya, por varias razones, comenzando con que contiene a la principal causa de muerte en nuestro país, las enfermedades cardiovasculares, que generan cerca de 100.000 muertes al año. El 23 de Abril Adolfo Rubinstein nos alertaba en su cuenta de Twitter: “… pacientes con enfermedades serias como la enfermedad coronaria no están recibiendo las prestaciones diagnósticas y terapéuticas que necesitan para su cuidado por temor a ir al hospital. Un ejemplo dramático es la caída a la mitad de la angioplastia primaria, procedimiento de elección para el tratamiento del infarto agudo de miocardio, de acuerdo a distintos reportes. Lo más alarmante es que las camas hospitalarias y de terapia intensiva no sólo NO están desbordadas sino que están SEMIVACÍAS por la suspensión de prácticas programadas. Reflejo del “daño colateral” del Covid19 sobre patologías crónicas. ¡Panorama terriblemente preocupante!” 
Una nota de Martín de Ambrosio en el diario La Nación se hace eco este problema, el de la tercera curva (https://www.lanacion.com.ar/sociedad/coronavirus-argentina-consultas-medicas-tardias-otro-riesgo-nid2357469). Se señala allí que “lo que durante mucho tiempo fue como un mantra repetido por los médicos y las instituciones de salud (“ante los primeros síntomas, consulte") en momentos de pandemia de coronavirus es casi una utopía para todo lo que no sean los síntomas gripales . Pero los procesos de algunas enfermedades subyacentes continúan y una consulta tardía también puede generar graves daños a la salud general. Son tres las principales especialidades que ya están pidiendo a la población y a las autoridades sanitarias que no las descuiden, tras más de un mes de una cuarentena que se muestra exitosa para detener la diseminación del Covid-19: cardiología, oncología y neurología (por los accidentes cerebro vasculares)”. Y se enfatiza que “las consultas se han reducido al mínimo, un 10% de lo habitual, y personas que podrían ser atendidas de manera temprana para ganarle tiempo a la progresión de los síntomas, prefieren no salir de casa ante el miedo a la infección, muchas veces justificado por las comorbilidades (enfermedades previas). Los expertos alertan que de todos modos hay que empezar a tratarlos antes de que la mortalidad por causas no Covid se dispare.” El twit del Dr. Victor Steng tuvo 8200 “me gusta”, fue compartido 5300 veces, y recibió 202 respuestas. En una de esas respuestas, Petra Heitkamp señala: “Esta es una gran ilustración, gracias. Yo diría que en la tercera ola en países con una alta carga de TB, VIH, malaria, desnutrición, se verá un pico más alto de mortalidad y morbilidad debido a las interrupciones debidas a Covid19, posiblemente un pico más alto que la ola 1 en el gráfico”. Y en otro twit ejemplifica: “TB: las interrupciones en los servicios críticos conducirán a a) retraso en el diagnóstico; b) falta / tratamiento interrumpido y farmacorresistencia; c) Notificación baja en réplica. Y agrega un link a este artículo: https://www.forbes.com/sites/madhukarpai/2020/03/17/covid-19-and-tuberculosis-we-need-a-damage-control-plan/#722f0f8a295c , firmado por Madhukar Pai y titulado “COVID-19 Coronavirus y tuberculosis: necesitamos un plan de control de daños”, en el que se considera que “todos los que trabajan en TB tienen la oportunidad de ser proactivos para mitigar el daño. De lo contrario, terminaremos viendo grandes aumentos en la mortalidad por tuberculosis en los próximos meses. Agencias como la OMS y la Alianza Stop TB podrían establecer una unidad especial de control de daños de TB-COVID para mitigar los desafíos relacionados con COVID en los países con mayor carga de TB. Centrarse únicamente en COVID-19 puede dañar las ganancias muy frágiles que tenemos en TB. Por lo tanto, debemos asegurarnos de que los programas y la atención a las personas no se vean interrumpidos o afectados " dijo Lucica Ditiu, directora de Stop TB Partnership.” 
De modo tal que la pregunta de Néstor Pérez Baliño en Twitter es absolutamente pertinente: “Año 2018 (la del 2019 aún no se publicó); murieron 100 mil enfermos por patologías cardiovasculares, 66.000 respiratorias y 66000 oncológicas, 635 por día. Con anuncios de muertes diarias del COVID19, deberían publicar las muertes sobre las otras patologías?”. Como también lo son sus recomendaciones: “Necesitamos que el país funcione, de lo contrario tendremos más daños colaterales si seguimos con el aislamiento total. El aislamiento físico global fue útil en esta etapa temprana, pero ya no es la estrategia que se puede sostener en el tiempo; hundirá la economía, será cada vez menos respetada e inducirá actitudes autoritarias y discriminadoras”. 
La cuarta curva (roja) es la del impacto en las condiciones de salud mental y el daño por la situación socio-económica. Esta también es sumamente preocupante, sabemos sin lugar a dudas que la cuarentena va a profundizar una grave crisis económica, y que vamos a tener en el corto plazo una sociedad más empobrecida, con vastos sectores de la población por debajo de la línea de pobreza y de indigencia, con especial incidencia en la población infantil. Las mujeres – sobre todo las mujeres pobres - podrían estar también especialmente afectadas. Un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas señala que “a medida que la pandemia de COVID-19 continúa provocando estragos, el número de mujeres que no pueden acceder a planificación familiar y que se enfrentan a embarazos no planeados, violencia por razón de género y otras prácticas nocivas podría dispararse a razón de millones de casos durante los próximos meses”. El estudio revela la enorme magnitud de la repercusión que está teniendo la COVID-19 en las mujeres a medida que los sistemas de salud se ven desbordados, se cierran establecimientos sanitarios o se limitan los servicios que ofrecen a mujeres y niñas; asimismo, muchas de ellas optan por saltarse importantes revisiones médicas por miedo a contraer el virus (https://www.unfpa.org/es/press/nuevas-proyecciones-del-unfpa-predicen-consecuencias-catastr%C3%B3ficas-para-la-salud-de-las). En nuestro país, como señala Adolfo Rubinstein, “la cuarentena tiene consecuencias muchas veces invisibilizadas en el contexto de la epidemia de COVID-19. Una de las más preocupantes es la violencia de género que, en ya 23 casos desde el aislamiento obligatorio, terminaron en FEMICIDIO.” 
No se trata de optar de manera binaria y simplista – como pareció indicarlo el Presidente Fernández – entre la vida y la economía. Ojalá fuera tan sencillo. Lamentablemente, la pobreza y sus consecuencias directas e indirectas tienen un enorme impacto en los determinantes sociales de la salud, en la configuración de “las causas de las causas” de los problemas de salud. Y tienen impactos negativos sinérgicos, que proyectan sus efectos a largo plazo; además de generar obviamente problemas en la coyuntura. Y además, sabemos que los más afectados por los daños colaterales de la cuarentena en el plano económico y social son los que antes de la cuarentena ya la estaban pasando mal, los más desposeídos. 
Jesse O´Shea, especialista en enfermedades infecciosas, publicó esta versión del gráfico de Victor Steng, con ligeras modificaciones (y otros colores), en donde la primera curva, la del Covid, aparece con un rebrote; con el siguiente texto: “COVID19; Carga de enfermedad y huella de salud. Este brote tendrá un impacto sin precedentes en la sociedad. Tenemos que pensar y estar preparados para cada ola, comenzando ahora.” 
Este profesional también hizo la siguiente reflexión, acompañada de un sugerente gráfico: “La romantización de la cuarentena es un privilegio de clase. El COVID19 impacta desproporcionadamente en aquellos que están más marginados y privados de sus derechos por la sociedad.” 
De lo anterior se desprende que las decisiones a tomar en relación a la cuarentena no pueden tomarse mirando un único monitor, desde un único punto de vista hegemonizado por la visión de infectólogos y especialistas en Covid-19. 
Como lúcidamente señalara Andrés Malamud, “una pandemia es un asunto demasiado serio para dejarla en manos de los sanitaristas”, y “la pandemia es sinfónica. Abordarla con un único instrumento sería desafinado.” 
En ese sentido, también son atendibles las advertencias de Eduardo Rubinstein: “Sin duda los tiempos que se vienen van a ser muy difíciles. Por eso creo que sería bueno que el presidente añadiera a su comité de expertos, además de médicos, a economistas, cientistas sociales y psicólogos independientes que aporten una mirada más amplia ¡Y lo digo como médico!”. 
Pero cuidado, no caigamos en el error de pensar que decimos la palabra mágica “interdisciplina” y problema solucionado. Al respecto, Carlos Matus, el gran teórico chileno de la planificación estratégica situacional, plantea en su libro “Teoría del juego social” que “el economista que formula políticas económicas y el médico que hace políticas de salud en el ámbito público, con su formación en facultades universitarias verticales, nos parecen estar en su campo de competencia, a pesar de la frecuencia de sus fracasos en la gestión pública. Pero, no es así. Sólo tienen competencia para realizar una práctica profesional intradepartamental. No tienen la formación necesaria para ejercer la práctica social horizontal. Sabemos que un problema de salud no es únicamente un problema de medicina, sino que al mismo tiempo es político, económico, organizativo, ecológico, etc. Sin embargo, actuamos como si el sentido común pudiese procesar esas direcciones transdepartamentales”. Y más adelante agrega: “Aún no comprendemos que se necesita una ciencia de la acción y caemos en el simplismo de la interdisciplinariedad”. 
Deberíamos aprovechar esta oportunidad para construir rápidamente estrategias que nos ayuden a evitar caer en ese simplismo y a aceptar la complejidad y conflictividad inherente de los problemas que debemos solucionar, aplicando a tal fin herramientas de políticas públicas que maximicen la eficiencia y la eficacia sin por ello dejar de lado ni por un instante nuestras irrenunciables raíces democráticas y republicanas.-