miércoles, 17 de noviembre de 2021

Homenaje a Marcelo de Alvear

CÓMO REVERTIR EL DÉFICIT HABITACIONAL

Por José Antonio Artusi

Dimos la semana pasada un somero panorama del enorme déficit habitacional que tenemos en nuestro país.  Cómo revertirlo en un plazo razonable? Cómo lograr de aquí a 2030 asegurar el acceso de todos a viviendas y servicios básicos adecuados? Cómo urbanizar más de 4.400 asentamientos informales? Es necesario articular, entre otras, 2 estrategias, complementarias:

- Reconstruir un buen sistema de crédito hipotecario, que habíamos empezado a tener con los créditos UVA, y que se complicaron por la inflación, la caída del poder adquisitivo del salario y la pérdida de empleos. En ese sentido, es clave - como para cualquier política pública - bajar la inflación a niveles razonables, como la mayoría de los países del mundo civilizado, y por otro lado reformar nuestro sistema monetario para permitir depósitos bancarios y créditos ajustables por inflación con tasas bajas, pero salarios también indexados con el índice de precios al consumidor, tal como propone el Dr. Eduardo Conesa en su libro, "Economía política argentina". 

- Recuperar y reinvertir por parte de municipios y provincias la valorización del suelo generada por el Estado como estrategia clave de financiación del desarrollo urbano. La reforma tributaria propuesta por el Dr. Conesa en la obra mencionada contribuiría adicionalmente a esta estrategia, ya que el impuesto al valor del suelo libre de mejoras que él plantea en uno de sus proyectos  - la vieja idea de Henry George, el menos malo de los impuestos diría Milton Friedman - es la manera más sencilla y potente de recuperar plusvalías, contribuiría a deprimir los precios del suelo, y por ende a abaratar las viviendas y los alquileres, a la vez que dotaría a las provincias de recursos que les permitirían eliminar el impuesto a los ingresos brutos, una gabela medieval que encarece todo, incluyendo la construcción, por lo que su remoción también ayudaría a disminuir el costo de las viviendas y de sus mejoras. La clave de todo el proceso es la recuperación y reinversión por parte del Estado de la valorización del suelo generada por las acciones públicas, tanto en obras como en normativa. Existe una amplia gama de instrumentos para lograrlo: contribución por mejoras, concesión onerosa de edificabilidad adicional, reajuste de suelos, etc. Lo ideal sería que estos instrumentos de gestión urbanística formen parte de un sistema armónico, se articulen con la política tributaria, y estén incluidos expresamente en leyes nacionales y provinciales de ordenamiento territorial. De todos modos, aún sin ellas, los municipios son autónomos y pueden hacer mucho en este sentido. Esta estrategia permitiría construir un número significativo de viviendas sociales pero también contribuiría a aumentar la oferta para sectores medios, y reactivaría notablemente la construcción con todo lo que ello implica en términos de empleo y dinamización de la actividad comercial. Para construir viviendas se necesita poner en marcha los 3 factores de la economía clásica: la tierra, el capital y el trabajo. No es verdad que no tengamos disponibilidad de estos factores, sólo no los aprovechamos adecuadamente. Se trata de generar las reglas del juego para incentivar su articulación armoniosa. Pero los recursos están, porque los costos que demanda la urbanización son menores al valor que éste genera. El desafío es evitar que esa diferencia vaya a parar a manos de la especulación inmobiliaria y se recupere, al menos parcialmente, para reinvertirse y poner a funcionar un círculo virtuoso de construcción del hábitat que se retroalimente permanentemente. Hasta acá ha primado en general la socialización de las pérdidas y la privatización de las ganancias derivadas de los procesos de urbanización. Es hora de poner en marcha mecanismos tendientes a la distribución equitativa de las cargas y beneficios, tratando de que el tan mentado derecho a la ciudad deje de ser una consigna de moda para transformarse gradualmente en una realidad concreta.-


Publicado en el diario La Calle el día 14 de Noviembre de 2021.- 

martes, 9 de noviembre de 2021

ODS 11: a este ritmo no llegamos…

Por José Antonio Artusi

El Domingo 31 de Octubre se celebró el Día Mundial de las Ciudades, iniciativa de ONU Hábitat que tiene como objetivo promover el interés de la comunidad internacional en la urbanización sostenible, e impulsar la cooperación para abordar sus desafíos. Un buen momento para pensar en las ciudades que tenemos, las ciudades que queremos, y cómo  reducir la brecha entre nuestra realidad y nuestros objetivos. En 2015 los países de Naciones Unidas adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad como parte de una nueva agenda de desarrollo. Cada objetivo tiene metas específicas para el 2030. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son 17, y el 11 consiste en “lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles”. Veamos sólo la primer meta, y reflexionemos acerca de la posibilidad de cumplirla en la Argentina: “De aquí a 2030, asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales”.  

Tenemos un enorme déficit habitacional. En 2016 se estimó en 3,8 millones de hogares (1,6 cuantitativo y 2,2 cualitativo). Ese mismo año el Registro Nacional de Barrios Populares relevó más de 4.400 villas y asentamientos informales. Se trata de millones de conciudadanos privados del acceso a una vivienda adecuada. La pandemia puso de relieve este drama y lo acentuó aún más. La consigna "quedate en casa" pudo resultar más o menos aburrida y cansadora para los que tenemos una vivienda confortable y bien localizada, pero pudo a la vez ser una verdadera pesadilla para quienes viven hacinados en espacios carentes de los más mínimos atributos que debería tener una vivienda que merezca ese nombre. Los déficits habitacionales de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad constituyen uno de los eslabones del círculo vicioso de la reproducción del hábitat de la pobreza, e interactúan con los demás componentes de ese ciclo, reforzándose mutuamente, para configurar condiciones que tienden a dificultar cada vez más la posibilidad de salir de esa situación e iniciar un camino de movilidad social ascendente. La pandemia y las ineficientes medidas del gobierno para enfrentarla agudizaron todavía más la pobreza, como lo acaba de mostrar crudamente el INDEC. Pero el déficit habitacional no afecta sólo a los más pobres, también golpea a amplias franjas de la clase media, sobre todo a los jóvenes, que muchas veces no encuentran ni en el mercado ni en el Estado la posibilidad de acceder a su primera vivienda. Es imposible revertir ese déficit haciendo más o menos lo que venimos haciendo desde hace décadas. Es imperioso cambiar de manera estructural, poniendo en marcha políticas ambiciosas pero factibles, que articulen de la manera más eficaz posible los recursos ociosos que tenemos.

Algunos datos para dimensionar las respuestas al problema: la cantidad de viviendas terminadas por los institutos provinciales de vivienda (sumando las del programa FONAVI y las de los “programas federales”) viene decreciendo desde la década del 90, y en la última década se terminaron menos viviendas que en la del 80. Al déficit habitacional lo medimos en millones, y a las respuestas para solucionarlo en decenas de miles. Y las perspectivas para el 2022 no parecen las mejores. Un reciente informe de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia señala que “la reducción presupuestaria destinada a revertir el grave déficit habitacional en barrios populares, las sub-ejecuciones del año en curso y los cambios de estrategia en términos de abordaje, suponen una regresión en la agenda vinculada a garantizar un hábitat digno para las poblaciones más vulnerabilizadas”. La meta 1 del ODS 11 parece difícil de lograr, aunque no es imposible. Se requiere un diagnóstico adecuado, voluntad política concertada, y estrategias coherentes aplicadas con continuidad en el tiempo. Cómo? Será tema de un próximo artículo.

Publicado en el diario La Calle el día Sábado 6 de Noviembre de 2021.-

Urquiza y la educación


Por José Antonio Artusi

Se cumplieron el 18 de Octubre 220 años del nacimiento de Justo José de Urquiza, en un paraje cercano a Concepción del Uruguay, a la vera de un arroyo que en ese momento se llamaba Arroyo Largo y que hoy lleva su nombre.  

Son frecuentes en los homenajes las referencias a su rol clave en el proceso de la Organización Nacional, su aporte a la inmigración y a la colonización, y su acción progresista en materia de comercio e industria. Es usual también observar referencias a su papel como fundador del Colegio del Uruguay, el primero laico del país, su “heredero”. Pero no es tan frecuente encontrar reflexiones sobre la visión global que tenía Urquiza acerca del rol de la educación, y de la acción que desplegó en tal sentido en la medida de sus posibilidades, más allá de la fundación del Colegio.

Su figura, por lo tanto, aparece a veces empequeñecida al lado de la enorme presencia de Sarmiento, sin dudas una de las mentes y plumas más brillantes de la Argentina del siglo XIX, pero que carecía del sentido estratégico del primer Presidente constitucional argentino. Cuantos avances y logros habríamos tenido si estos dos próceres hubieran podido coincidir más en su acción fecunda!     

En 1869 un funcionario provincial, Juan José Soto, en ese momento jefe del Departamento de Educación de la provincia, visitó a Urquiza en su residencia de San José y lo notó solamente interesado en tratar cuestiones educativas. En una carta Soto manifiesta que “está como absorbido por esa idea, es su constante preocupación, no piensa en otra cosa: Sarmiento lo ha contagiado. El, lo mismo que sus ministros, sólo hablan de escuelas normales, de la difusión de las luces, de la propagación de la instrucción en toda la provincia. Cierto es que el General Urquiza tuvo siempre esa tendencia, pero jamás lo he visto tan apasionado de la idea como hoy”. El Profesor Manuel Macchi lo expresa con claridad: “La urgencia del momento de propagar la educación y las escuelas normales formativas del maestro, casi está de más afirmarlo, estuvo permanentemente en el pensamiento de Sarmiento. Y también lo estuvo en el de Urquiza, de donde surgió otro motivo para vincularlos. En éste, ya asoma esa inquietud cuando el otro está en la adolescencia, repetida en el año 1848 cuando ya tiene perfectamente definido el enfoque del problema argentino en cuanto a la necesidad de maestros, proyectando la creación de dos escuelas normales, una en Paraná y otra en Concepción del Uruguay.”   *

Del Colegio del Uruguay saldrían luego, entre tantos otros, los artífices de la ley 1420 de educación común, pública, laica, gratuita y obligatoria, hito indeleble en la construcción de una Argentina moderna, próspera e integrada. De la Escuela Normal de Concepción del Uruguay, primera de mujeres del país, saldrían maestras que llevaron adelante la tarea educadora en los más diversos confines de la Patria. Y cuantas más escuelas y colegios habríamos tenido de no haberse producido el cobarde crimen del 11 de abril de 1870 que terminó con su vida!           

El mejor homenaje que le podemos hacer a Urquiza hoy, más allá de las efemérides, los bronces y las ofrendas, es sentir que su retrato nos escruta y nos interpela, que nos obliga a ser tan comprometidos, innovadores y progresistas en el desafío de construir la educación popular del siglo XXI como él lo fue con la de su tiempo; y obrar en consecuencia. Gloria y loor, honra sin par; para Urquiza también.        

*Macchi, Manuel E. . Normalismo argentino. Santa Fe: Editorial Castellví, 1974.

Publicado en el diario La Calle de Concepción del Uruguay el día Domingo 31 de Octubre de 2021.-