domingo, 16 de marzo de 2014

Demasiado temprano para cálculos



Por Mario Alarcón Muñiz / A juzgar por los nombres en danza, el proceso electoral parece lanzado. Sin embargo, falta mucho tiempo todavía. No es aconsejable apurarse. Todos los precandidatos en danza desempeñan funciones por las que en su momento juraron. Primero esto. No hay espacio para quejas. Si de algo estamos bien surtidos es de candidatos. Se presentan de las más diversas características y calidades y de diferentes estilos. El ciudadano tiene posibilidades de evaluar, claro que de una manera muy primaria por ahora, una variada oferta electoral que hace atractivo el panorama. El transcurrir de las semanas y los meses, además de las circunstancias que se vayan sucediendo, determinarán si las propuestas actuales se mantienen o se producen modificaciones. Lo curioso es que falta muchísimo para las elecciones y son muchos los apurados, olvidando aquello que señalaba Marcelino Román: “Si te querés apurar, / mirá bien y afirmá el paso; / más vale tranco seguro / que gran salto con porrazo.” Aparece quien se apresura porque cree que es su momento y hay que ganar espacio. Otro lo hace para que lo tengan en cuenta, resguardándose de la intemperie. Lo cierto es que de mantenerse aproximadamente el cronograma del último proceso electoral, las primarias estarían a 17 meses de distancia, las definitivas a 19 meses y la entrega del poder a 21 meses. Cada uno sabrá si es temprano o es el tiempo de presentar y analizar candidaturas. Para algunos se trata de un tiempo razonable. Otros pensamos que es demasiado pronto. Se delatan ciertas urgencias, como si ganar de mano en esta carrera fuera un paso decisivo. Puede serlo, según la situación y el personaje. Pero también se corre el riesgo del desgaste. 
Lejos de la bendición.  “A quien madruga, Dios lo ayuda”, recuerda la sabiduría popular. También dice: “el que pega primero pega dos veces”. Pero asimismo afirma que “no por mucho madrugar se amanece más temprano”. De modo que cada uno puede obrar según le convenga. Eso está claro. El gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, fue quien primero movió las piezas del tablero nacional y se instaló como candidato a presidente, hace un año y medio. Le costó el distanciamiento de Cristina, quien nunca le tuvo confianza. Recuérdese que en 2011 le puso como vice al ultraK Mariotto, por las dudas. Tras confesar sus aspiraciones, Scioli padeció retaceos de fondos, desplantes y marginaciones, como aquella de hace un año, el 15 de marzo de 2013, cuando se reunieron en Paraná el vicepresidente, gobernadores, ministros y legisladores K. “Sólo hemos invitado a los leales”, explicó entonces Urribarri, sin más detalles, desde luego innecesarios. La derrota electoral del año pasado y las penurias financieras bonaerenses, le obligaron a Scioli a bajar el copete, pasar por las horcas caudinas y reiterar con frecuencia (hasta ahora) su profesión de fe en el modelo. De todos modos, siendo el candidato oficialista mejor visto -según las encuestas- aparece lejos de la bendición de Cristina. 
Rancho aparte 
Claro que no tan lejos como Sergio Massa, definitivamente opositor desde hace un año, cuando formalizó su idea de hacer rancho aparte y constituir el Frente Renovador. Esto le posibilitó ganar con amplitud las últimas elecciones de diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. Sin necesidad de presentarse como precandidato presidencial, Massa ya lo era en la consideración de sus partidarios cuando rompió con el kirchnerismo, en cuyos gobiernos fue presidente de la Anses, unos meses jefe de gabinete entre 2008 y 2009 e intendente de Tigre. Conoce el paño K, no se duda. Claro que los K lo conocen a él y le recuerdan sus comienzos en la UceDé (Alsogaray) y su paso por los gobiernos de Menem. “No es para tanto”, apuntan otros, evocando que el vice Boudou también se inició en las huestes de Alsogaray y se cuentan por centenares (¿o miles?) los funcionarios K de todos los niveles que poblaron el menemismo. 
Bajo la carpa oficial 
El oficialismo juega otras fichas. No le agrada ponerle desde el vamos todos los porotos a Scioli, porque nadie asegura cómo seguirá esa historia. Entonces aparece el ministro Florencio Randazzo, a juicio de muchos observadores el de mejor trabajo en el gabinete nacional y más definido perfil político del círculo K. Antes de fin de año se colocó en las gateras el gobernador Urribarri. Lo hizo también el senador Aníbal Fernández. Se anotó y se bajó el jefe de gabinete, Jorge Capitanich. Anda queriendo, pero desde lejos -más no que sí-, el santiagueño Gerardo Zamora, ascendido a vicepresidente del Senado y colocado de ese modo en la línea sucesoria presidencial, justamente cuando arriba suyo le están moviendo el piso a Boudou. 
En la vereda de enfrente 
La oposición no peronista (oposición peronista es Massa) ha comenzado a anotar sus nombres. Desde mucho antes de las elecciones del año pasado está registrado Mauricio Macri. Fue el primer opositor en presentarse como presidenciable. El radical Julio Cobos y el socialista Hermes Binner aparecen como los más probables candidatos (uno primero, otro después o viceversa, o uno u otro) de un proyectado frente socialdemócrata, ensayado en Santa Fe en 2007 con buen respaldo hasta ahora en esa provincia. Alguien menciona, dentro de la misma corriente o sus vecindades, a Elisa Carrió (Coalición Cívica) y Ernesto Sanz (UCR). Y no faltan otros nombres. Sea como fuere, es demasiado temprano. Además, todos los nombrados están ocupando alguna función y máximo deber de quien ha sido elegido por el pueblo, es cumplir la tarea encomendada. Lo han jurado. Con gran solemnidad. Bien lo recordamos. Por Dios o por la Patria o por el honor o por lo que fuere. Han jurado. Entonces es primordial ocuparse de lo que tienen que hacer y no tanto pensar en manotear la escalera. Ya podrán moverse más adelante, cuando los tiempos de la República y la sensatez lo aconsejen. En Entre Ríos no es muy distinta la situación. Lo veremos la semana próxima. 
Publicado en EL DIA de Gualeguaychú, 16 de marzo de 2014. Se reproduce con la autorización del autor.

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