Por Mario Alarcón Muñiz / La industria y el ferrocarril son dos preocupaciones entrerrianas gravitantes en la vida provincial. Si de ambas -como de tantas otras- se hablara con claridad y sinceridad, diferente sería el clima para intentar soluciones en conjunto.
Es natural que un mandatario -presidente, gobernador o intendente- destaque los aspectos que considera más salientes de su gestión. Es su deber informar a los mandantes acerca del manejo de los asuntos públicos, pero también tiene necesidad de hacerlo para demostrar que el cargo no le ha sido confiado en vano. En parecida situación suelen ubicarse ministros o funcionarios de jerarquía.
A nadie puede incomodar que un mandatario explique lo que está haciendo o lo que proyecta. Todo lo contrario. Que el pueblo conozca con la mayor amplitud posible el funcionamiento de la administración y los planes para el futuro, contribuye a la buena salud de la democracia.
Ocurre, sin embargo, que en ciertas ocasiones al mandatario se le va la mano (o la lengua) y transcurrido cierto tiempo la gente recuerda anuncios esfumados, proyectos frustrados, promesas incumplidas, asuntos pendientes y retrocesos. En el mejor de los casos obras demoradas -obras al fin- que tardan demasiado o no concluyen nunca.
Industrias de corta vida
Hace una semana ocupó parte de esta columna el fracasado proyecto Grandes Máquinas S.A. para fabricar cosechadoras. No sólo constituyó un severo revés político del gobierno, sino también la desaparición de 5,5 millones de pesos más los intereses de ese préstamo de fondos provinciales -es decir nuestros- otorgado alegremente, a juzgar por los resultados.
El frigorífico San José (originalmente Vizental), cerrado en 2009 por la empresa brasileña que lo explotaba, fue rehabilitado el 4 de julio de 2012. Para llegar al acto de ese día encabezado por el gobernador Urribarri con videoconferencia de la Presidenta, fue necesario constituir la sociedad mixta Procesadora Ganadera Entrerriana, con el 85% de la Provincia y el 15% del sector privado. El aporte provincial se integró con 70 millones de un crédito Bicentenario y 20 millones que subsidió el Ministerio de Agricultura de la Nación.
La planta “nunca trabajó con normalidad”, reveló días pasados el dirigente gremial de la carne, Carlos Molinares. Desde hace un par de meses está prácticamente paralizada. Los 120 trabajadores cobran la garantía horaria con atraso y están pendientes de una posible venta del frigorífico. De paso, al crédito Bicentenario hay que pagarlo…
El fantasma de la desocupación
Son frecuentes los comentarios oficiales acerca de la “pujanza industrial” alcanzada por Entre Ríos. Bienvenida sea. Pero valdría añadirle datos estadísticos para saber con precisión de qué se está hablando.
Sin desmerecer tales afirmaciones, a simple vista se observa -además del caso San José- que el frigorífico Alberdi, de Oro Verde, con 143 operarios, más los que ocupan las actividades conexas, está en dificultades a raíz de la limitación de exportaciones impuesta por el gobierno nacional, trabajando al mínimo. No podrá seguir mucho tiempo así.
El frigorífico avícola Fepasa, de Concepción del Uruguay, solicitó el concurso preventivo en diciembre y está en convocatoria de acreedores desde mediados de febrero. Más de 500 operarios se escalonan durante tres días a la semana para cubrir un solo turno.
El molino San Patricio, también de Concepción del Uruguay, paró en noviembre de 2012 y no ha sido posible rehabilitarlo. Trabajaban allí 45 personas.
Igual suerte corrió el molino arrocero Calimboy, de Villa Mantero, quebrado hace dos años. Perdieron la fuente laboral 50 personas.
Ni hablar del frigorífico Santa Elena, del conocido multiempresario Sergio Taselli, porque ya es historia vieja. Nunca se lo recuperó desde aquél recordado y desaparecido préstamo de Cavallo de 20 millones de dólares hace 20 años. Cada tanto se le practica respiración artificial, pero en verdad no funciona.
La ilusión de los trenes
El tren ha ascendido de manera definitiva a la nube de ilusiones entrerrianas. El
enlace ferroviario internacional de Salto Grande, inaugurado en plena campaña electoral el 29 de agosto de 2011, con la asistencia de los presidentes Cristina K y Pepe Mujica, alcanzó lógica resonancia, pero tuvo la duración de un suspiro. Uruguay suspendió su participación el 24 de febrero de 2012 y el servicio fue cancelado tres meses después, el 28 de mayo.
Nada se sabe de la promocionada -en su momento- línea Paraná-Federal, para la cual la Nación asignó una partida de 42 millones de pesos el 18 de mayo de 2010. “Reactivan el ramal Norte”, celebró más de un título al día siguiente. Casi cuatro años después el servicio llega a Colonia Avellaneda, apenas 12 kilómetros de los 190 de esa traza. Dicen que poco más se ha avanzado, al menos hasta La Picada (20 kilómetros), pero tren ni de juguete.
Algo parecido sucede con el proyecto ferroviario Concordia-Chajarí. El gobernador viajó entre ambos puntos el 28 de febrero de 2010 a bordo de un tren especial, saludado durante el trayecto por militantes embanderados. “En el primer semestre se establecerá el servicio regular; esto va a salir o salir”, enfatizó al llegar a Chajarí. No salió. Han pasado cuatro años.
Funciona en cambio la línea Paraná-Concepción del Uruguay desde el 28 de junio de 2010, una vez a la semana. Se le añadieron luego los servicios diarios de Paraná a Oro Verde y el ya citado a Colonia Avellaneda y dos veces a la semana Basavilbaso-Villaguay-Concordia.
Cabe completar esta reseña señalando que el 18 de setiembre pasado los servicios ferroviarios entrerrianos fueron transferidos al Ministerio del Interior y Transporte de la Nación. Que Dios nos ayude.
En otros rubros también los anuncios superan largamente a la realidad. Hemos elegido aquellos de fuerte gravitación en la vida provincial, acerca de los cuales más ruido oficial se ha escuchado. Si se hablara con claridad y sinceridad, lejos de las miserias proselitistas y en procura de soluciones en conjunto, es probable que los resultados fueran diferentes.
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