Por José Antonio Artusi / La ciudad de Concepción del Uruguay sufre numerosos y graves problemas ambientales. Las causas de estos problemas radican esencialmente en la desidia y la inoperancia de sucesivas gestiones municipales que han tenido políticas erráticas y desacertadas en la materia y que no han tenido a la cuestión ambiental entre sus prioridades. Estos problemas afectan la calidad de vida de los uruguayenses, sobre todo de los sectores más vulnerables, y atentan contra la posibilidad de consolidar un proceso de desarrollo local sostenible. Todo ello – vale la pena resaltarlo – sumado a una sociedad civil que – con excepciones que confirman la regla – tolera y naturaliza esta situación, y con algunos vecinos que contribuyen directamente al agravamiento de los problemas a través de conductas tales como arrojar residuos en lugares inadecuados, etc..
Uno de estos problemas, puesto de relieve recientemente por la Asamblea Ambiental y por vecinos preocupados por el tema, se trata de la contaminación de los arroyos y riachos que surcan la ciudad y sus costas. Esta contaminación se debe, fundamentalmente, a las descargas de líquidos cloacales provenientes de conexiones clandestinas, a las pérdidas en la red de desagües cloacales y las frecuentes roturas y falta de funcionamiento de las estaciones de rebombeo, y a la falta de una planta de tratamiento de efluentes; planta que – nunca está de más recordarlo – formaba parte, junto a la Defensa Norte, del proyecto original de defensas contra las inundaciones, del que sólo se concretó la Defensa Sur.
También contribuyen al problema los vertidos de algunas industrias, los líquidos provenientes del lixiviado de basurales clandestinos, y la presencia en los desagües pluviales de elementos contaminantes arrojados a la vía pública.
Como la explicación del origen de la situación problemática y su condena no bastan, propongo como un aporte al debate sobre esta cuestión, una propuesta concreta, seguramente perfectible y que no pretende ser la única alternativa a la solución. Lo que no acepto es que naturalicemos que el problema no tiene solución y nos resignemos a tener que soportarlo para siempre. Es más, si no reaccionamos rápidamente el problema se agravará y nos lamentaremos de no haber actuado en su momento con medidas eficaces.
La propuesta básica que formulo, que podría y debería replicarse en otras ciudades ribereñas si es que queremos contribuir de manera significativa a la mejora de la calidad del agua del río Uruguay, consiste en un sistema que articule diversos proyectos: 1) una reestructuración de la red existente de desagües cloacales y pluviales, 2) la regularización de las conexiones cloacales clandestinas 3) un sistema de tratamiento de líquidos cloacales "convencional", como el que estaba previsto en la Defensa Sur, 4) un sistema de depuración del agua de los arroyos urbanos basado en humedales artificiales (biofiltros), 5) exigencias estrictas para nuevas urbanizaciones; 6) controles periódicos y públicos de la calidad del efluente de las industrias.
El punto 1 permitiría disminuir las pérdidas en la red y mejorar el funcionamiento de los sistemas de bombeo. El punto 2 serviría para disminuir la cantidad de conexiones clandestinas que van a parar a los arroyos, transformándolos en verdaderas cloacas a cielo abierto (o entubadas en algunos casos). El punto 3 permitiría tratar todos los líquidos cloacales de la red “formal”, logrando un efluente en condiciones de ser vertido a cursos de agua superficiales sin afectar su calidad. Dado que los puntos anteriores no lograrían, al menos en el corto y mediano plazo, eliminar la totalidad de las pérdidas y conexiones clandestinas, que van a parar al cauce de los arroyos y cañadas, una serie de humedales artificiales para la depuración de aguas residuales (biofiltros) (punto 4) permitiría mejorar sustancialmente la calidad de sus aguas, removiendo a su vez contaminantes presentes en los desagües pluviales (lixiviado, aceites, detergentes, etc.). Esta alternativa podría lograr el saneamiento del arroyo de las Animas, El Gato, etc.. En un artículo anterior hemos enunciado las ventajas de este tipo de sistemas de tratamiento alternativos. El punto 5 debería lograr que las nuevas urbanizaciones prevean adecuados sistemas de tratamiento de sus efluentes cloacales (por ejemplo, recurriendo a humedales artificiales). Finalmente, el punto 6 apunta a controlar adecuadamente el impacto de los efluentes industriales.
Algunas circunstancias positivas deberían mostrar la viabilidad de una propuesta de este tipo. En primer lugar, la Secretaría de Ambiente Sustentable de la provincia se encuentra interesada en la promoción de la utilización de humedales artificiales para el tratamiento de efluentes y en tal sentido ha firmado recientemente un convenio con la UTN. Por otro lado, OSE, la empresa nacional de agua y saneamiento del Uruguay, ha anunciado una inversión de 100 millones de dólares para construir sistemas de tratamiento de líquidos cloacales en las principales ciudades ribereñas del río Uruguay. A su vez, la reacción de ciertos sectores de la sociedad civil uruguayense para poner el tema en la agenda pública contribuyen a visibilizar el problema.
Se dirá que no se puede, que es utópico, que no hay recursos... Mentira. Se puede. El mundo está lleno de ejemplos que muestran que es posible descontaminar los ríos urbanos. Hay recursos (obviamente no son infinitos, se trata de una cuestión de prioridades), la tecnología está disponible; hace falta voluntad política.-
Omití considerar, dentro de las circunstancias positivas, este interesante proyecto del Programa Salud para Todos de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UNER, tendiente a la concreción de un humedal artificial en la Cañada de Lemos. La continuidad y el éxito de esta excelente iniciativa podría ser un valioso antecedente para replicar sistemas similares en otros arroyos y cañadas... http://saludparatodosfcs.uner.edu.ar/wp-content/uploads/2012/12/Anteproyecto-humedal.pdf http://saludparatodosfcs.uner.edu.ar/category/proyectos-vigentes/canada_de_lemos/
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