Por Mario L. Tercco / Pensar el territorio argentino no es tarea sencilla, como tampoco pensar su demografía. No hace demasiado tiempo en términos históricos, un dirigente empresarial sostenía que el país se bastaba con un habitante cada cuatro vacas… Y un intelectual de la talla de Sarmiento podía sostener alegremente que “el mal que afecta a la Argentina es su extensión” (más razonable fue su posterior utopía de las “cien Chivilcoy”). A dos siglos de distancia, la tarea sigue pendiente.
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