Por Adolfo Garcé / Hace exactamente tres semanas, con 98 años, murió el profesor Robert Dahl, uno de los politólogos más influyentes del siglo XX. Como si hubiera querido, por anticipado, rendirle mi sencillo y lejano tributo, ese día, en este mismo espacio, utilicé su teoría de la democracia para llamar la atención sobre los cada vez más evidentes defectos de la campaña electoral uruguaya. Quiero volver a referirme a su legado. Estoy convencido de que demasiados ciudadanos latinoamericanos lo van a extrañar tanto o más que los politólogos.
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