Por Rogelio Alaniz / Si un rasgo distingue a los Menem y a los Kirchner es la desmesura. La desmesura en lo patético y lo ampuloso, en lo desvergonzado y manipulador, en lo cínico y contumaz. Pensándolo bien el populismo criollo suele cometer ese pecado. De la enseñanza religiosa en las escuelas, a las quemas de iglesias; de la patria fascista, a la patria socialista; de los Montoneros, a las Tres A; de Gelbard, a Cavallo; del estatismo autoritario, al privatismo corrupto; de Rico y Seineldín, a Hebe Bonafini y Estela Carlotto; de la amnistía y los indultos, a la impostura de los derechos humanos; de las relaciones carnales con los EE.UU., a las relaciones carnales con Venezuela; de calificar a Bergoglio como jefe de los gorilas, a imputarle a Francisco condición de peronista.
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