Por Rogelio Alaniz / Algo parecido ocurrió con Néstor Kirchner. Su muerte seguramente representó un gran dolor personal para la señora, pero la favoreció electoralmente de manera decisiva, al punto de que podría decirse que fue la mejor ofrenda política que Él le hizo a Ella. Montar un gran velorio, hacer de la muerte una ceremonia macabra destinada a sensibilizar a un sector social que también lagrimea por la muerte de Ricardo Fort, es una de las grandes habilidades del populismo, siempre predispuesto al melodrama y la cursilería, cuando no a la necrofilia.
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