Por Rubén Denis / Los malos ejemplos desde el poder tampoco ayudan. Hay un desprejuiciado exhibicionismo, como el de Boudou que quiere comprar la única imprenta de billetes del país; el de los K de Santa Cruz que no cuentan el dinero sino que lo pesan, y uno más sutil como el de Urribarri, quien pudo cumplir su sueño de la península propia, a pesar de toda una vida dedicada a la administración pública. A estos casos se le pueden sumar innumerables otros de peces más chicos, como el de Mazurier y el Hotel Ayuí, situación que se hizo pública en los últimos días y sin que a nadie se le cayera la cara de vergüenza. Ante tremendo escenario, ¿Quién no se siente entonces con el derecho de llevarse un freezer o un televisor a la casa? Hay que gobernar con el ejemplo se solía escuchar en otras y mejores épocas de la Argentina.
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