Por Atilio Benedetti / Tal cómo lo advertíamos, y lo temíamos, acuciado por los crecientes problemas económicos de su gobierno el gobernador Urribarri tomó –nuevamente- el camino equivocado: exigirá que sean los entrerrianos los responsables de pagar su ineficacia.
Otra vez el kirchnerismo provincial optó por el camino más fácil, apretar más la teta de la misma vaca para intentar sacar un poquito más de leche.
Este gobierno que ha transitado los años de mayor bonanza económica de la historia, tuvo, como nunca, la posibilidad de transformar a Entre Ríos en un polo de desarrollo productivo diverso. El regalo económico que recibió de la mano de los altos precios internacionales de los commodities fue desaprovechado sistemáticamente. Una prueba de ello han sido las sucesivas reformas tributarias a las que debieron acudir con el objetivo de aumentar una recaudación siempre insuficiente para disimular sus desarreglos financieros. Este ha sido el gobierno que más ha endeudado a la provincia.
En los últimos días, agobiado por los conflictos sociales y los reclamos sobre los bajos salarios de los trabajadores del Estado, que también trajeron otro triste récord para su gobierno: la cantidad de muertos en los saqueos de hace poco menos que un mes, y ahogado por los problemas financieros de su administración que multiplica el gasto público, Urribarri volvió a demostrar su falta de ideas y de coraje para gobernar, y aplicó la vieja receta:consiguió aprobar otra reforma tributaria, esta vez la más dura que se tenga memoria en la provincia, aún a contramano de lo que piensan sus propios ministros, apoyado por las burócratas y obsecuentes cúpulas sindicales.
El kirchnerismo local ha dejado pasar otra oportunidad de ponerse de pie frente a un gobierno nacional cada vez más acaparador de recursos provinciales, y de honrar así la historia de una provincia que fue emblema de la lucha federal. Ciego de obsecuencia hacia ese gobierno nacional que se desbarranca, que demuestra día a día la obstinación de no reconocer los problemas que está creando una inflación descontrolada, Urribarri decidió seguir entregándole los recursos que nos corresponden. Perdió una vez más la oportunidad de exigir a la presidente que nos devuelva el 15% de coparticipación que la nación quitó a las provincias cuando el ANSES fue privatizado. Hoy esa quita continúa a pesar de que el sistema volvió al Estado nacional, y que nuestra provincia conserva su propia Caja de Jubilación. Tampoco va a exigir que se coparticipe el 100% del impuesto al cheque. Sólo con estas dos acciones, Urribarri podía compensar los necesarios ajustes salariales. El coraje que no tiene para pararse ante el gobierno nacional, como lo han hecho Santa Fe y Córdoba, parece que le sobra para seguir sacando dinero del bolsillo de los entrerrianos.
Cómo un perro que da vueltas en el lugar tratando de alcanzar su propia cola para morderla, el gobierno entrerriano sigue atrapado en una lógica económica que no le permitirá nunca solucionar los problemas de fondo. Para la ineficacia de siempre, el gobierno aplica la misma medicina, por lo que no se pueden esperar distintos resultados. Ya tuvo que emitir títulos y letras para pagar gastos, y si sigue apagando un incendio con nafta corre riesgos de tener que emitir bonos para pagar sueldos.
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