Por Mario Arcusin / Mientras el kirchnerismo se divertía, festejando una democracia que heredaron pero no cuidaron, 17 provincias se prendían fuego, convulsionadas por culpa de gobernadores alcahuetes, cuyas desidias trajeron como consecuencia no se sabe cuántos muertos y heridos (esconden las cifras), y millonarios saqueos y destrozos. Mayor demostración de desprecio al pueblo argentino no pudieron haber manifestado. Y tal vez nos lo merezcamos por indolentes, apáticos y anómicos. Si fuéramos distintos, otros hubieran llegado al poder.
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