Por Josep Fontana / La mayor de las pérdidas que sufrió Cataluña como consecuencia de la derrota de 1714 fue, en
mi opinión, la de un proyecto político que, en el transcurso de más de cuatrocientos años,
desde las Cortes de 1283 hasta las de 1706, había elaborado un sistema de gobierno
representativo que, con la democratización que había culminado con las cortes de 1702 y
1706, figuraba entre los más avanzados y democráticos de Europa, según habría de
reconocer el propio Felipe V al justificar su voluntad de destruirlo con el argumento de que los
catalanes, después de lo que habían conseguido en las últimas Cortes, tenían más libertades
que los ingleses con su gobierno parlamentario.
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