Por Jordi Borja / Las ciudades no se merecen estos calificativos interesados que oscurecen la visión de la realidad, facilitan negocios a las empresas que presumen de tecnología y justifican operaciones costosas de los responsables políticos. Mejor sería ocuparse de las ciudades y los sistemas de ciudades y no la urbanización ciega y desregulada, reducir las desigualdades sociales y garantizar la calidad de vida de las poblaciones urbanas y recuperar conceptos más claros como el derecho a la ciudad y el gobierno democrático del territorio.
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