Por Luis Alberto Romero / Durante estos treinta años se desplegó el proceso por el que la sociedad se empobreció, se polarizó y se escindió. Es cierto que el contexto económico general no fue bueno, pero inclusive la reciente bonanza no ha cambiado mucho las cosas. La vieja sociedad igualitaria, integrada y democrática pertenece ya a un pasado lejano. Se ha consolidado un mundo de la pobreza, compacto y difícil de modificar, que constituye un problema para el funcionamiento de la democracia y un desafío a sus valores. En la pobreza no se forman ciudadanos conscientes. Se desarrollan en cambio aparatos políticos a través de los cuales los gobiernos producen los sufragios que necesitan para mantener su poder. Es una inversión completa del procedimiento democrático teórico.
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