Humedales artificiales para el tratamiento de efluentes cloacales e industriales
Por José Antonio Artusi /
Ha llegado la hora de reconocer, con todas las letras y sin eufemismos, que existen problemas graves de contaminación hídrica en la cuenca del Bajo Uruguay.
Los humedales artificiales constituyen una tecnología que reproduce, bajo ciertas condiciones y parámetros de diseño, el mecanismo de depuración que se da en los humedales naturales y podrían servir, en el marco de un programa binacional de gestión integral de los recursos hídricos que hoy brilla por su ausencia, como una estrategia clave para mejorar la calidad de las aguas del río y cursos de agua menores. La salud ambiental del río Uruguay se ve afectada, entre otros, por dos grandes problemas: la contaminación bacteriológica – en gran medida causada por los vertidos de líquidos cloacales crudos – y la concentración excesiva de nutrientes (fósforo y nitrógeno) que pueden causar eutrofización y presencia de cianobacterias que pueden resultar tóxicas (el vulgarmente denominado verdín). Ambos problemas pueden ser neutralizados o al menos reducidos a través de un sistema de humedales artificiales, que – para ser eficaz – requiere que se implemente de los dos lados del río, aplicado tanto a efluentes cloacales como industriales, y complementando los sistemas convencionales de tratamiento que ya existen y otros que deberían incorporarse.
No deja de ser una paradoja que un elemento como el fósforo, que nos falta en el suelo como nutriente necesario para el crecimiento de los cultivos, nos sobra en el río como contaminante que genera riesgo de eutrofización. Por ello, en algunos casos podría ser interesante buscar la forma de recuperar estos nutrientes y aplicarlos donde se necesitan, por ejemplo complementando sistemas de tratamiento convencionales de industrias que generan efluentes con exceso de fósforo con sistemas de humedales artificiales y dispositivos de riego de plantaciones forestales.
La necesidad de implementar este tipo de sistemas alternativos para el tratamiento de efluentes cloacales e industriales en nuestra región deriva de diversas circunstancias:
- Si bien en nuestras ciudades buena parte de las viviendas cuentan con el servicio de desagües cloacales, en áreas periféricas y en zonas rurales es difícil y costoso o directamente imposible contar con este tipo de infraestructura, por lo que se recurre por lo general a dos tipos de soluciones: por un lado, el tradicional pozo absorbente, que supo cumplir una determinada función hasta hace algunas décadas, donde la baja densidad edilicia y demográfica hacía que este tipo de dispositivo funcionara de manera relativamente aceptable y donde no se conocían suficientemente otras alternativas, pero que hoy debemos considerar una instancia obsoleta que prácticamente tendría que dejarse de lado, en función de su aporte a la contaminación de las napas; y – por otro lado – la utilización de plantas compactas de tratamiento en el caso de conjuntos de viviendas o complejos localizados en áreas periféricas, sin cobertura de cloacas, recurriendo a tecnologías que exigen un mantenimiento complejo, permanente y costoso.
- En muchos casos las industrias radicadas en nuestra zona tienen sistemas de tratamiento de efluentes que cumplen sólo de manera parcial las exigencias previstas para diversos parámetros en la normativa vigente. La generalización de sistemas de biofiltros o humedales artificiales para el tratamiento de efluentes industriales podría ser en este sentido una alternativa interesante no tanto para sustituir sino para complementar o perfeccionar los sistemas existentes, a modo de tratamiento terciario, que reduzca la carga contaminante de las aguas residuales, disminuyendo fundamentalmente su contenido de nutrientes, la demanda de oxígeno, y la presencia de microorganismos patógenos, incluyendo la cloración final de ser necesario en función de la cercanía del punto de volcado a playas, etc..
- Volviendo a la problemática de los efluentes cloacales en áreas urbanas, cabe señalar la necesidad de complementar las redes de cloacas con la concreción de plantas de tratamiento, que – como en el caso de Concepción del Uruguay – cuentan con proyectos desde mediados de la década del 80. En el caso de ciudades medianas o grandes habrá que evaluar las tecnologías a utilizar en cada caso. Pero no debe malinterpretarse el potencial de los sistemas de humedales artificiales como un aliciente a la expansión descontrolada de las manchas urbanas producto de la localización cada vez más periférica de viviendas y otros usos del suelo, en una tendencia claramente insostenible y desaconsejada desde diversos puntos de vista. Por el contrario, debemos potenciar una tendencia a ciudades compactas, densas y complejas, que disminuyan los costos de urbanización y de construcción y mantenimiento de servicios públicos urbanos, entre los que el de agua potable y saneamiento ocupa un lugar de privilegio en función de su aporte a la calidad de vida y a la promoción de la salud.
- En el caso de localidades más pequeñas puede darse el caso de contar con redes que vuelcan los efluentes en sistemas de lagunaje para su tratamiento, o bien que no cuentan con redes de cloacas y donde cada vivienda debe recurrir a un tratamiento individual, consistente como hemos dicho en el tradicional pozo absorbente. En estos casos, la solución de los biofiltros o humedales artificiales puede servir tanto como un tratamiento terciario del efluente tratado en lagunas como en un sistema de tratamiento que reciba los efluentes domiciliarios a través de una nueva red. En ambos casos, pueden ayudar significativamente a reducir el impacto ambiental negativo en cursos de agua superficiales y/o a proteger el recurso hídrico subterráneo.
- En definitiva, en áreas rurales, en conjuntos de viviendas existentes construidos en áreas no cubiertas por la red cloacal, en localidades que carezcan de red y/o plantas de depuración, en industrias, etc.; el sistema de biofiltros o humedales artificiales puede ser una alternativa válida en función de diversas ventajas con respecto a otras tecnologías.
Las principales ventajas comparativas con sistemas tradicionales que se utilizan en la actualidad son las siguientes:
- Eficiencia en el rendimiento depurativo y remoción de contaminantes.
- Menor costo de construcción y mantenimiento.
- Sencillez en su funcionamiento. No requiere personal excesivamente calificado ni para su construcción ni para su operación.
- Menor consumo y por ende menor costo energético.
- Menor impacto ambiental por utilización de materiales naturales y por lo general cercanos al sitio y posibilidad de reciclado.
- Adaptabilidad a las variaciones de carga, lo que permite su utilización en ámbitos de alta estacionalidad.
- Mejor capacidad de aportar en términos paisajísticos.
- Oportunidad de reutilización del efluente y de los subproductos (riego, follaje, etc.).
- Capacidad de recuperación ambiental de sitios degradados.
- Posibilidad de diseñar soluciones flexibles, adaptables y tecnológicamente adecuadas a las características socio-ambientales de cada sitio, sin tener que depender de las soluciones “enlatadas” que comercializan algunas empresas y que generan dependencia de ciertos productos o tecnologías.
- Permiten soluciones de menor escala descentralizadas en el territorio, adaptadas a ciertos patrones de distribución de la población y las actividades económicas propias de nuestro medio.
- Posibilidad de construcción modular.
- Posibilidad de recuperar nutrientes que de otra manera tendrían impacto negativo sobre el medio ambiente, desarrollando la lógica del reciclaje de algunos nutrientes, como nitrógeno y fósforo, al interior de zonas de producción.
- Posibilidad de constituir instalaciones aptas para acciones de educación ambiental.
- Prolongada vida útil.
Desde el sector académico se están dando algunos pasos interesantes en pos de estudiar y divulgar estos sistemas alternativos de tratamiento de efluentes. Es hora de que los gobiernos, a todo nivel, reconozcan la magnitud del problema y pongan en marcha mecanismos eficientes para su solución.-
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