Por Rogelio Alaniz / Para que ello ocurra, deben pasar muchas cosas; entre otras, la constitución de un polo opositor que en primer lugar sepa resolver con inteligencia y madurez sus candidaturas. Los opositores deben saber que la política repele al vacío y que lo peor puede ser sucedido por lo “más peor”, si los que tienen la obligación de hacer algo diferente no lo hacen. ¿Y los programas? No es ése el tema que hoy divide a los opositores, por el contrario, los problemas que hoy los dividen provienen de apetencias personales, comprensibles en algunos casos, pero destructivas cuando su exacerbación pone en juego la posibilidad de un proyecto político trascendente.
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