Por Osiris Alonso D’Amomio / La cuestión que Argentina se lanzó a negociar, antes de tiempo, con el gobierno declinante de Mahmud Ahmadinejad, que era el verdadero amigo de Chávez. Y de su alucinación bolivariana.
Un aliado indeseable, ya sin legitimidad. Del que Rohani, el renovador, el reformista, decide simplemente distanciarse.
Para entenderse -quién iba a decirlo- con el diablo imperialista. Y sin la menor necesidad de rociar -con azufre- los ámbitos venerables de la diplomacia.
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