Por Rogelio Alaniz / Como balance desesperanzado y melancólico hoy sabemos que la señora se fue por razones de salud, pero los problemas se quedaron; que la señora vuelve pero los problemas siguen, y que en 2015 la señora se va, pero los problemas no. La herencia populista no debería sorprender a nadie; en todo caso, lo que sorprende, y en algún punto maravilla, es la persistencia de la sociedad en adherir con renovado entusiasmo a la añeja y devastadora mercancía populista. Es verdad que el narcotráfico nos acecha y debemos prepararnos para resistir sus embates, pero previamente sería deseable admitir que si la droga nos evade de la realidad y nos traslada a paraísos artificiales, lo que nos está dañando a los argentinos no es tanto la cocaína como esa lúgubre y aciaga adicción al populismo.-
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