
Por Rogelio Alaniz / El golpe de Estado estaba en la calle mucho tiempo antes del 11 de septiembre. No sólo estaba en la calle sino que además había ganado la batalla. La clase media y la clase alta chilena inauguraron la modalidad de las cacerolas para protestar contra el desabastecimiento y el mercado negro. El poderoso sindicato de los camioneros paralizó la actividad económica del país y al momento del ataque de los militares al Palacio de la Moneda el paro era absoluto. Un dato para los curiosos: la CGT peronista liderada por José Rucci produjo el primer acto internacionalista de su historia: declaró su solidaridad con los camioneros chilenos. Cuarenta años antes, los sindicalistas de entonces se solidarizaban con la república española y enviaban hombres, armas, alimentos y hasta ambulancias a la República. Rucci hizo algo parecido, pero para el otro bando.
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