POR JAMES NEILSON / Por cierto, "la lealtad" de los veteranos del movimiento nunca tuvo nada que ver con el relato, la ideología, el proyecto, el modelo o, huelga decirlo, el respeto por la presidenta como persona. Cuando era senadora, Cristina ya maltrataba a los gobernadores, intendentes y legisladores del PJ. Más tarde, como "primera dama" y presidenta de la República, dueña absoluta de la voluntad popular, no haría esfuerzo alguno por ocultar el desprecio que sentía por ellos. Al contrario, se encargó de informarles que a su juicio eran una manga de mediocres torpes que pronto se verían reemplazados por los jóvenes maravillosos de La Cámpora.
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