Por Rogelio Alaniz / En su célebre debate con Fidel Castro, predominan las coincidencias, pero no hace falta ser muy agudo para registrar las disidencias entre un simpatizante de la lucha armada y un político que sigue creyendo en los valores de la democracia parlamentaria. Es en esa entrevista cuando Allende se refiere a un posible golpe de Estado. Textualmente dice: “De la Casa de la Moneda no me van a sacar vivo, tendrán que acribillarme a balazos”. Esto lo dice dos años antes de la tragedia. ¿Premonición, profecía? No lo sabemos, pero podemos permitirnos pensar que Allende presentía el final y, sobre todo, presentía que ese final era al mismo tiempo un fracaso que él no estaba dispuesto a asumir mansamente o escapándose en un helicóptero o marchando a un dorado exilio. Allende era de otra madera, creía en lo que hacía y seguramente también creía en sus propias dudas. ¿Autoprofecía cumplida? Posiblemente. ¿Una tragedia política? Sí, una tragedia política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario