Por Rogelio Alaniz / Como todos los déspotas “que en el mundo han sido”, la señora confunde su historia personal con la historia de la nación. El kirchnerismo empieza y termina con ella. Lo demás pertenece a la obsecuencia, el deseo de seguir recaudando bajo la protección que ofrece la sombra del poder o la alienación de los tontos.
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