Por Aleardo Laría / Las condiciones mínimas para que la democracia no derive en franco autoritarismo son, esencialmente, la presencia de un Poder Judicial independiente que haga respetar los límites constitucionales; unos medios de comunicación que den voz a todas las expresiones políticas, y un Estado que no sea utilizado como herramienta facciosa al servicio del partido en el poder. Habría que añadir también, pensando en América Latina, el respeto a la periodicidad de los mandatos y, por consiguiente, a los partidos de la oposición como opción legítima de alternativa, sin que sean demonizados o sometidos a permanente descalificación.
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