martes, 16 de julio de 2013

Los ciento veinte días de Francisco


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Por Rogelio Alaniz / Más allá de los pasos institucionales dados para poner fin a la corrupción moral y económica en el interior de la Iglesia, lo que merece destacarse es el testimonio práctico cuya manifestación más elocuente fue la visita a la isla de Lampedusa. Si la historia destaca el gesto de Francisco de Asís de besar a los leprosos, es decir a los marginados, los condenados de la Tierra, los malditos de un orden impiadoso o los expulsados de las ciudades de entonces, la decisión de Francisco de visitar una modesta isla para brindar su testimonio a favor de los leprosos del siglo XXI, tiene el valor de un acto inspirado en esa honorable tradición cristiana. Sin exageraciones, podría decirse, al respecto, que esta visita a la isla que está apenas a ciento trece kilómetros de África y cuyas aguas son una suerte de cementerio marino, posee la dignidad real de una encíclica.
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