lunes, 3 de junio de 2013

"LA CENSURA Y EL RIDICULO"

Por Juan Juan Manuel Casella  /  El gobierno, que permanentemente denuncia el poder de los “medios concentrados”, en realidad ha organizado un cuasi monopolio informático que abarca más del setenta por ciento de los medios que existen en el país. En ciertos casos, lo ha hecho a través de la propiedad estatal, como sucede con Canal 7, Canal Encuentro y con la Agencia TELAM. En otros casos, a través de empresarios amigos que se han enriquecido por su relación con el poder y que ahora, además, han sido beneficiados con un blanqueo que les permite legitimar su riqueza y evitar las sanciones. 
 Todo ese sistema comunicacional está financiado con fondos públicos, que provienen directamente del presupuesto o de la distribución de la pauta publicitaria estatal. Los periodistas al servicio del gobierno –el autodenominado periodismo militante- está motivado por sueldos suculentos que en gran medida, explican los llamativos cambios de posición que han protagonizado algunos conocidos comunicadores y esos sueldos también se pagan con dinero público. El problema consiste en que esa enorme inversión que pagamos todos, no alcanza el porcentaje de audiencia que pretenden sus organizadores: en general, los medios oficialistas tienen una tirada muy menor y una audiencia casi insignificante. Por eso, además del aparato comunicacional, el gobierno pretende impedir que la voz de los periodistas independientes llegue a la gente. De ahí, la explicación de ciertas operaciones de censura diseñadas de manera grotesca. La decisión de cambiar el horario de ciertos partidos de “Fútbol para Todos” para bajar la audiencia de Lanata, es simplemente una grosería en la que, seguramente sin querer, los que nos gobiernan combinan la censura y el ridículo en dosis similares.

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