Todo, de momento, está rodeado de un secretismo que parece inexpugnable: nadie sabe cómo se gastó durante los festejos del Bicentenario. Nadie, por lo demás, informa.
Dos concejales de la ciudad plantean una hipótesis: todo se armó de antemano, y sólo se planteó una licitación “fantasma” para la organización de los festejos que, suponen, fue adjudicada de antemano.
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