Por Mario Bunge / El mismo debate entre dogma e investigación sigue produciéndose en todo el mundo, aunque cambien los nombres de las potestades que se invocan o se hacen a un lado y aunque los católicos, empeñados en adaptarse al orden establecido, suelen ser más flexibles que sus competidores. Por ejemplo, hace ya seis décadas que los cristianos de casi todas las sectas admitieron la evolución biológica, aunque advirtiendo que no es natural sino que está guiada desde Arriba, lo que es como admitir que, aunque el Infierno existe, en él ya no se asa a fuego lento sino que se somete a los condenados a torturas psicológicas, como obligarles a leer a Hegel o a Heidegger.
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