lunes, 27 de septiembre de 2021

El Colegio del Uruguay y la ley 1420

Por José Antonio Artusi

El día que se promulgó la ley 1420 de educación común, pública, laica, gratuita y obligatoria, el 8 de Julio de 1884, el Presidente de la Nación, su Ministro de Instrucción, el diputado autor del proyecto de ley y el Presidente de la Cámara de Diputados compartían una inusual coincidencia: todos habían sido alumnos del Colegio del Uruguay, el “heredero de Urquiza”. Casualidad? No creo. Tengo para mí que ese día dió uno de sus frutos más brillantes la semilla plantada por el Organizador de la Nación 35 años antes al fundar en Concepción del Uruguay el primer colegio laico del país y al procurar que tuviera los recursos necesarios y los mejores profesores de los que se podía disponer en ese momento.

Se logró así, tras numerosos contratiempos y conflictos, una norma que iba a resultar fundamental como uno de los pilares de la Argentina moderna y republicana, que nunca dejó de recibir, abierta o veladamente, los embates reaccionarios de los nostálgicos de la Argentina colonial y autoritaria. La ley que Sarmiento no había podido lograr como Presidente, pero claramente inspirada en sus ideas, con el apoyo decidido de Leandro Alem y otros dirigentes progresistas de la época, se tornaba realidad.    

El Presidente es conocido, y buena parte de los ataques que recibió y sigue recibiendo son producto de su compromiso con esta ley, y con haber afrontado con decisión los costos políticos de mantenerla y aplicarla: Julio Argentino Roca, alumno del Histórico Colegio entre 1856 y 1858.

Al Ministro de Instrucción, Eduardo Wilde, nos hemos referido en otra columna. 

Onésimo Leguizamón, a pesar de ser entrerriano, no es por ello mucho más conocido. Una de las calles que flanquean al Colegio y una de sus aulas llevan su nombre, pero su obra gigantesca es ignorada casi por completo. 4 años mayor que Roca, nació en Gualeguay. Abogado, juez, periodista, político, la educación estuvo siempre en el centro de sus afanes, tal como se desprende de las responsabilidades que asumió, a pesar de su temprana muerte a los 47 años: legislador provincial y nacional, Ministro de Educación de Entre Ríos entre 1864 y 1868, Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública del Presidente Avellaneda entre 1874 y 1877, integró luego la Suprema Corte de Justicia, pero no vaciló en renunciar a esa alta magistratura para presidir el Congreso Pedagógico. Como diputado asumió la responsabilidad de presentar y defender el proyecto que dio origen a la ley 1420. Sarmiento llegó al extremo de sincerarse: “Tanto veo que elogian sus trabajos de educación, que empiezo a ponerme celoso”. Ante su tumba, Wilde lo definió como “el temible campeón de la libertad de conciencia”.

Mucho más tarde, en 1947, durante los acalorados debates parlamentarios que se suscitaron ante la derogación de la ley 1420, el diputado Silvano Santander recordaría a Leguizamón y a su principal legado: “Los árboles, dice el Eclesiastés, se juzgan por sus frutos. ¿Cuáles han sido los resultados de esta ley? Una Argentina alfabetizada, sin problemas raciales y religiosos”. Que la “gloria y loor” no sean sólo para su principal ideólogo, sino también para los estudiantes del Colegio que la hicieron realidad.-


Publicado en el diario La Calle de Concepción del Uruguay el día 26 de Septiembre de 2021.- 

sábado, 25 de septiembre de 2021

Calles que faltan: WILDE...

Por José Antonio Artusi

Hemos sido injustos con algunos de los protagonistas de nuestra Historia. En algunos casos los hemos demonizado. En otros el expediente ha sido más simple: el olvido. Es el caso de Eduardo Wilde, uno de los exponentes más lúcidos y coherentes del liberalismo progresista de su época.

Wilde nació en 1844 en Tupiza, hoy Bolivia, vivió su adolescencia en Concepción del Uruguay, transitó su juventud y adultez en Buenos Aires, y murió en 1913 en Bruselas. Descendiente de inmigrantes ingleses y criollos, fue becado por Urquiza para estudiar en el Colegio del Uruguay. Lo agradecería así años más tarde: “Aún cuando el General Urquiza no hubiera hecho en su vida más que fundar el Colegio del Uruguay y mantenerlo, tendría bastante para su gloria”. Aquí conoció a Julio Argentino Roca y forjaron una amistad que los llevaría luego a actuar juntos en política.

Como escritor recibió elogios de lectores tan exigentes como Sarmiento y Borges. Como médico le cupo una actuación abnegada en ocasión de la epidemia de fiebre amarilla, y fue uno de los precursores más importantes del higienismo y de la salud pública.

Tras haber ocupado bancas como legislador provincial y nacional, en 1882 el presidente Roca lo designó Ministro de Justicia, Culto e Instrucción, y bajo su liderazgo se sancionaron dos leyes trascendentes; la ley 1420 de educación común, pública, laica, gratuita y obligatoria, inspirada en las ideas de Sarmiento, y la ley de matrimonio civil.      

En el centenario de su muerte Maxine Hanon, su bíógrafa, sostuvo que “quizá la Literatura Argentina lo recuerde como lo ha recordado siempre: uno de los buenos escritores fragmentarios de la Generación del 80. La Historia lo ubicará allá en el fondo, en tercera fila, como aquel ministro de Roca, al que le tocó firmar la ley 1420. Con suerte, porque alguno denunciará que también fue ministro de Juárez Celman, y entonces corrupto. El relato lo señalará como integrante de los gobiernos conservadores, oligarcas, dueños de las estancias y el fraude electoral. La Medicina lo mencionará como el autor de El Hipo. La Leyenda, lo más importante, contará que fue aquel marido de Guillermina, la “amante” de Roca. ¡Qué injusta es nuestra Memoria!”. Y se preguntó; “¿Por qué no hay en Buenos Aires una calle decente que lo recuerde, o una plaza, o una escuela o un hospital? Tal vez porque, en sus luchas contra los fanatismos y las hipocresías, usó dos armas letales: la inteligencia y el humor. Cometió el pecado de llamar a todo por su nombre, a veces con brutalidad, pero siempre con una sonrisa, y eso no se perdona en el país de los relatos, que él llamaba leyendas, ni en los tiempos de demagogia, que él llamaba poesía política.” *

En Concepción del Uruguay sólo una placa que da su nombre a un aula del Colegio lo recuerda. Haríamos bien en reivindicarlo. Por gratitud y por conveniencia, porque muchas de sus ideas nos pueden seguir iluminando.-   

 

* http://maxinehanon.blogspot.com/

martes, 14 de septiembre de 2021

EL MUSEO DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL

Por José Antonio Artusi

En 1860 Justo José de Urquiza adquirió un solar frente a la plaza fundacional de Concepción del Uruguay, en la esquina de las actuales calles Galarza y 25 de Mayo. En 1868 encargó la construcción allí de una casa destinada a ser su residencia familiar. Su asesinato en 1870 impidió que Urquiza ocupe esa vivienda, en la que vivieron por un corto período de tiempo su viuda, Dolores Costa, y algunos de sus hijos. En 1889 los herederos de Urquiza la transfierieron al Estado nacional, y éste continúa siendo hasta hoy su propietario. La casa albergó durante un breve lapso dependencias de la Escuela Normal, y según algunas versiones funcionó también como sede del gobierno de la provincia, con anterioridad a 1883, fecha en la que la ciudad pierde su condición de capital. Pero su principal uso ha sido, desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, alojar las oficinas de la empresa nacional de Correos.

Modificada en su estructura original en diversas ocasiones, y alterada su fachada por la incorporación de la ochava, la casa conserva sin embargo – por su arquitectura y por su historia – un inmenso valor patrimonial. Lamentablemente, la falta de acciones de mantenimiento y de restauración han ido deteriorando su estado, y está claro que su uso como sede del Correo no es el más adecuado a su enorme potencial. Deben por lo tanto valorarse las acciones dispuestas por el Municipio, aunque excedan su competencia por tratarse de un inmueble del Estado nacional, destinadas a mejorar algunos ítems del edificio, tales como cubiertas, fachada, aberturas, etc.

La Casa de Urquiza no está sola, no es una isla, es un exponente más del riquísimo centro histórico de la ciudad, al que nos referimos en una anterior oportunidad. Forma parte inescindible del paisaje urbano de la Plaza Ramírez, espacio principal de la identidad y la memoria colectiva de los uruguayenses.       

El Centro Cultural Urquiza viene impulsando una loable iniciativa desde hace algunos años, consistente en recuperar la casa para destinarla a albergar el futuro Museo de la Organización Nacional; ámbito dirigido a lograr múltiples fines. En principio contar con un museo moderno que rescate y jerarquice el rol que le cupo a Urquiza y a la ciudad en el complejo proceso histórico signado por la organización de nuestro país como una nación federal y republicana, plasmado en la Constitución de 1853 y sus posteriores reformas. A la vez podría contribuir a jerarquizar y valorizar el centro histórico y reforzar de esta manera su atractivo turístico y mejorar la capacidad de albergar de manera armoniosa actividades sociales y culturales. 

La idea del Centro Cultural Urquiza, ambiciosa y compleja, no exenta de dificultades y desafíos, ha venido cosechando las adhesiones de más de 50 instituciones de diversos sectores de la comunidad, tanto de la ciudad como de localidades vecinas. Es importante que la sociedad en su conjunto se apropie de la iniciativa y la impulse; sin prisa pero sin pausa.     


Publicado en el Diario La Calle el día 12 de Septiembre de 2021.-

EL CENTRO HISTÓRICO DE CONCEPCIÓN DEL URUGUAY; UNA JOYA A REVALORIZAR


Por José Antonio Artusi

Un aforismo chino dice: “El pez es el último en enterarse que vive en el agua”. Nosotros podríamos decir que los uruguayenses somos los últimos en enterarnos que vivimos en una ciudad con un centro histórico magnífico, de inusual valor histórico, patrimonial y urbanístico.

Tomás de Rocamora fundó la ciudad el 25 de Junio de 1783. Desde ese momento hasta hoy un riquísimo proceso histórico tuvo a la ciudad como protagonista, y su centro conserva testimonios vívidos de ese pasado, muchas veces glorioso.   

Octavio Paz escribió que la arquitectura es el testigo insobornable de la Historia. Efectivamente, la arquitectura del centro histórico nos habla por sí misma, y nos cuenta los acontecimientos que la tuvieron como escenario y como testigo privilegiado.

A diferencia de otros centros históricos, el nuestro sigue siendo “el centro” de la ciudad, la principal referencia en términos de localización de actividades administrativas, económicas, financieras, etc. Pero también continúa siendo el lugar donde muchos uruguayenses vivimos y trabajamos. Y es además el centro simbólico de la ciudad, unido indeleblemente a nuestra identidad y memoria colectiva. Por lo tanto, afortunadamente, no se ha degradado ni tugurizado. Sigue exhibiendo una interesante mixtura de usos y funciones, y una vitalidad y calidad ambiental y paisajística en torno al espacio privilegiado de la Plaza Ramírez que haríamos bien en valorar y potenciar.   

Tiene problemas? Por supuesto. Cierto deterioro de algunos de sus exponentes patrimoniales más valiosos, una presencia conflictiva del automóvil particular en las calles, contaminación visual, déficits en materia de arbolado urbano y calidad del espacio público, una normativa urbana que no responde adecuadamente a los retos de cómo regular las construcciones nuevas en un área de estas características, etc. Buenas noticias: son problemas que tienen solución, si se abordan adecuadamente.

Hay algunas oportunidades que deberíamos aprovechar. Existe una creciente consideración pública de la necesidad de revalorizar adecuadamente centros históricos con un patrimonio tan relevante como el nuestro. Su potencial como atractivo turístico, unido a otros de la ciudad  y de la región, está claramente subexplotado, y configurará tras la pandemia una excelente chance para tomarlo como uno de los ejes estratégicos del desarrollo local. Sin afectar por ello su calidad de vida ni expulsar a sus pobladores.    

La posibilidad de reconvertir a la Casa de Urquiza en el Museo de la Organización Nacional, unida a la de rescatar el Mercado 3 de Febrero como un paseo de compras y de comidas, la perspectiva de planificar e implementar un plan de movilidad y transporte para la ciudad que priorice los desplazamientos peatonales, en bicicleta y en una red moderna y eficiente de transporte público, la jerarquización de la Plaza Ramírez como principal espacio público de la ciudad, cuidando sus aspectos materiales y fortaleciendo su carácter como ámbito para para diversas actividades sociales, lúdicas, y culturales, un plan de arbolado, etc.; son todas ventanas de oportunidades para revitalizar el centro histórico. No las dejemos pasar.      


Publicado en el diario La Calle de Concepción del Uruguay el 5 de Septiembre de 2021.- 

miércoles, 1 de septiembre de 2021

CONCEPCIÓN DEL URUGUAY 2030: DE VILLAS A BARRIOS

Por José Antonio Artusi

“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.” Eduardo Galeano.

“Un escenario, con su carácter hipotético, está situado a mitad de camino entre una previsión y una utopía.” Bernardo Secchi

En 2016 el Registro Nacional de Barrios Populares relevó 20 villas y asentamientos informales en Concepción del Uruguay. En 2018 la ley nacional 27453 dispuso un régimen de regularización dominial e integración sociourbana de los más de 4400 barrios populares de todo el país. En 2020 se creó el Programa Argentina Unida por la Integración de Barrios Populares. Hay actualmente recursos nacionales disponibles para proyectos destinados a la urbanización de estos asentamientos.

En un trabajo académico de la Cátedra de Planificación Urbanística de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCU que realizamos el año pasado y que están puliendo 3 estudiantes becarios exhibimos un escenario deseado para el año 2030, tomando como objeto de análisis e intervención dos de estos barrios populares de nuestra ciudad, separados por el acceso a la ciudad y unidos por una cañada, el FAPU y Las Mandarinas.

Cómo llegaremos al 2030? Con imágenes parecidas a las que muestran los dibujos y videos de nuestros alumnos? Cuántas viviendas se habrán podido construir? Cuántas habrán sido ampliadas o mejoradas? Cuántas contarán con espacios de trabajo tales como huertas o talleres? Qué obras de infraestructura de servicios básicos se habrán podido habilitar? Habremos saneado la cañada? Qué equipamientos comunitarios habremos priorizado y concretado, habremos hecho realidad centros de inclusión digital, centros de primera infancia y escuelas de trabajo? Habremos hecho realidad las imágenes de un parque de escala urbana en torno al Monumento a Urquiza? Habremos avanzado realmente en pos de garantizar el derecho a la ciudad para todos los uruguayenses? Habremos puesto en práctica el principio de la distribución equitativa de las cargas y los beneficios que se derivan del proceso de urbanización? Habremos aprovechado la oportunidad de disponer de financiación de programas nacionales para poner en marcha un círculo virtuoso de recuperación y reinversión de la valorización del suelo que se genera por las acciones públicas, tanto en obras y servicios públicos como en disposiciones normativas y administrativas? Habremos puesto en práctica instrumentos innovadores de gestión del suelo a partir de la reforma del Código de Ordenamiento Urbano que estamos por comenzar a debatir?    

Algo que hemos tratado de demostrar consiste en señalar las enormes dificultades, complejidades y conflictos que se derivan de un proceso como el que imaginamos; pero a la vez hemos procurado evidenciar que por difícil que sea no es imposible. Se requiere planificación y gestión, voluntad política, rigor técnico, participación ciudadana y continuidad en el tiempo. Hagámoslo realidad.     


Publicado en el diario La Calle de Concepción del Uruguay el 29 de Agosto de 2021.-