Por Rogelio Alaniz / Una de las últimas veces que conversamos fue en el velorio del cura Rosso con el que mantenía una intensa relación de amor-odio. En cierto momento me dijo: “Me gustó lo que escribiste de Atilio y yo sé que cuando me muera vas a escribir de mí, porque me querés y vas a tratar de ser justo conmigo”. Esto ocurrió hace más de dos años. Él estaba sano y, si no me equivoco, el que tenía que ir al médico para iniciar un tratamiento era yo. Sin embargo, el que se murió fue él y el que ahora escribe soy yo.
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