martes, 9 de marzo de 2021

URQUIZA, FRONDIZI Y EL COLEGIO NACIONAL

Por Fidel Rodríguez
Este título puede parecer ambicioso, y demasiado abarcativo, pero no lo es, tampoco intenta comparar a dos hombres de Estado, sino el de señalar algunas  coincidencias o puntos de encuentro en sus políticas de Estado, que me  llevan a conclusiones fundadas y verosímiles, discutibles  y en algunos casos polémicas, pero que trato de basarlas en la realidad, respetando las distintas opiniones.
Comienzo la nota, por señalar las diferentes visiones de los viajeros antes y después de 1850, los primeros describen esta comunidad con crudeza como una ciudad muy pobre de casas miserables de adobe y paja con una escasa  población que rondaba los 3500 habitantes.
Los segundos en cambio, como el caso de Thomas Page, marino norteamericano, que visita esta región en 1852 y años más tarde, la ven como progresista, debido sin duda a la influencia positiva que tuvo la creación del Colegio del Uruguay, al punto tal que Page mandó a su hijo a estudiar a este colegio, al que consideraba similar a un college americano. Ello era así por cuanto en esa a época contaba con un cuerpo de profesores de excelente nivel, la mayoría de ellos europeos. 
En el Colegio del Uruguay  se brindaba una enseñanza laica, de calidad, inclusiva, igualitaria que nivelaba a ricos y pobres y a jóvenes que provenían de distintas partes del país, fue el primero en admitir a la mujer en sus aulas, como la recordada Dra. Teresa Ratto, primera bachiller una de las primeras médicas del país, que ingreso al Colegio gracias a los buenos oficios del Dr. Benjamín Zubiaur, Rector entre los años 1892-1898. Fue también el primero o uno de los primeros en adoptar prácticas deportivas al aire libre como  futbol, tenis, remo, gimnasia de grandes aparatos, atletismo, etc.
En el Siglo XIX hubo tres colegios que se destacaron, el Monserrat de Córdoba , el Nacional Bs As y el Colegio del Uruguay, pero este sobresalió por una cualidad que se advirtió rápidamente en los hechos, fue formador de ciudadanía activa , entendiendo por tal la educación que tiende a formar a  los jóvenes en las prácticas e ideas republicanas  que en definitiva consisten en subordinarse a la ley y al sistema institucional que ella crea  y no a la voluntad omnimoda del caudillo de turno, y en la gestión eficaz de los asuntos públicos, preparados para producir los cambios necesarios en la sociedad.
En definitiva sustituir las viejas prácticas de vasallaje  por el de personas con derechos y obligaciones, o sea ciudadanos, que implican la participación democrática y el respeto de la libertad y dignidad del individuo, pero también obligaciones.

La democracia y la república no nacen como un don de Dios o de la naturaleza, sino que hay que construirlas y cuidarlas con nuestras prácticas diarias razonables y responsables de gobernantes y gobernados, tampoco constituyen la panacea, pero si un sistema que permite escucharnos y corregir a diario nuestros errores, por supuesto el menos malo de los sistemas conocidos, como lo demuestran los países que les ha ido muy bien con la observancia de sus postulados.

Por lo tanto, la creación del Colegio no fue una obra de un alucinado,  sino de un visionario que lo pensaba como formador de clase dirigente, imprescindibles para  la organización nacional.
Ello explica la cantidad muy numerosa de dirigentes políticos y sociales que surgieron de sus aulas: tres presidentes constitucionales argentinos, Roca en dos oportunidades Victorino de la Plaza y Arturo Frondizi,  dos paraguayos, dos vicepresidentes, Hortensio Quijano, en dos oportunidades y Francisco Beiró, candidato electo en la formula Yrigoyen Beiró en 1928, que no pudo asumir el cargo debido a su fallecimiento, once ministros, ministros Uruguayos, catorce Gobernadores, Legisladores Nacionales y Provinciales, Tres presidentes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a ello se podría agregar a eximios juristas y hombres de derecho, a exploradores, a industriales, a investigadores, a docentes y teóricos, a poetas y escritores como Olegario Víctor Andrade, José Alvarez, Victoriano Montes, Diego Fernández Spiro, Cayetano Córdoba Iturburu , Carlos Mastronardi, entre otros.
Estos datos los he obtenido del reconocido historiador local Celomar Argachá en sus libros “Colegio del Uruguay Justo José de Urquiza” y “El Colegio del Uruguay a través de sus rectores”. También me he basado en la obra “Urquiza y su Palacio” del historiador también local, Profesor Orlando Busiello, ambos miembros del CCU, cuya lecturas recomiendo. 
Entre los hombres de estado que tuvieron destacada actuación en la república, destaco al Dr Arturo Frondizi, al que califico como hijo dilecto del Colegio, y esto no es una frase común, porque fue un hombre republicano y democrático y además porque intentó como Urquiza 100 años después dotar al país de un sistema económico que asegurara el crecimiento y el bienestar de los argentinos .
Sobre este aspecto me quiero detener, dejando de lado un poco lo político institucional. A mediados del siglo XIX, la argentina era un país pobre, muy pobre diría, fragmentado, escasamente poblado, diseminado en un territorio mucho más pequeño que el actual, la sexta parte aproximadamente y con la mayoría de su población analfabeta  que llegaba a un 80 % de su población general, sin escuelas, sin sistema educativo y con una escasa producción que se limitaba a los cueros, cebo, charqui,  tasajo etc.. A  partir de 1853 comienzan a producirse en el país además de una revolución política, una económica, que se revela en una extraordinaria expansión productiva, que colocaría a la argentina entre los primeros países del mundo.
Se construyeron puertos, ferrocarriles y también un gran cambio en materia de producción agropecuaria, la argentina empezó a producir granos , valga el ejemplo del trigo que hasta 1860 se importaba de EE. UU, sumado a los adelantos notables en materia de ganadería,  exportación de carnes, a ello se sumo la expansión ovina generada por la gran demanda internacional de lanas, especialmente por Inglaterra, Francia y Alemania. 

Terminado el Siglo XIX, el éxito del modelo agroexportador había generado un crecimiento veloz con ingresos per cápita altísimos, y una sociedad muy urbanizada, al punto de que Bs As llego a ser la mayor urbe del hemisferio sur  y  por otro, un grupo de personas bastante heterogéneo, con diversas culturas e idiomas pero que compartía la misma búsqueda de progreso.
*En este punto destaco la política inmigratoria, comenzaron a arribar al país oleadas de inmigrantes atraídos por los postulados de nuestra generosa constitución y por el hecho de que estaba todo por hacerse, ello dio lugar, un fenómeno muy particular de este país ,el nacimiento de la clase media, que en definitiva se constituyó en el motor de la argentina productiva y culturalmente destacada y en general  una sociedad muy abierta y móvil, de muchas oportunidades  

En efecto, la inmigración de fines del S. XIX  principios del XX,  fue sinónimo  de gente que venía con ganas de mejorar su condición. Eran personas con una sana ambición dispuestas a hacer un esfuerzo  muy grande, mayor incluso  al de aquellos compatriotas que se habían quedado, en ese sentido eran como un seleccionado de su país de origen.
Fue un cambio  sustancial, y en algunos casos  brutal: según el censo del INDEC de 1914, los inmigrantes representaban el 30%  de los habitantes de Bs As y eran casi la mitad  (74%) en Rosario.
Como EE. UU., la argentina tuvo un sueño poderoso y movilizador, y era el de ser un país de clase media. Si se comparaba con el resto de América Latina , nuestra sociedad era cualitativamente distinta justamente por tener un sector medio grande , poderoso y pujante , con un impacto no solo económico sino también cultural.
La gran mayoría compartía al menos  tres valores inquebrantables: el trabajo y el esfuerzo como condiciones sine qua non para cualquier  objetivo que se propusieron alcanzar, la familia como grupo de  pertenencia fundamental y la educación como un capital irrenunciable , crucial. Tan sólidos resultaron esos pilares que hasta la década del 90, a pesar de haber sufrido ya unos 50 años de turbulencias económicas y políticas, la Argentina todavía podía enorgullecerse de una gran clase media  que abarcaba al 75% de su población. 
Frondizi en 1958 advirtió como lo hizo Urquiza 100 años antes,  la necesidad de producir grandes  cambios económicos para lograr un sistema productivo que brindara bienestar a la comunidad y estabilidad política al sistema, y sin el cual no hay república ni democracia posible. 
Sus logros principales  fueron la política  petrolera, la petroquímica, la instalación de  automotrices y en general las inversiones extranjeras y la inserción del país en el mundo, cambios que generaron muchas resistencias, como todos los cambios, pero los que prontamente demostraron  un aumento notable en las actividades productivas. En este punto recuerdo las palabras del historiador  Dr. Félix Luna, en su conferencia magistral en el colegio en ocasión del sesquicentenario, en el que lo  calificó de prematuro, ya que sus políticas eran muy de avanzada para la época y para colmo, agrego , “el poder político lo tenia de prestado”.
Esto lo comprendió Frondizi hace mas de 60 años y lamentablemente los errores en que hemos incurrido como país al considerar que la riqueza solamente se distribuye y no se crea y acumula,  como resulta necesario en cualquier país capitalista con más o menos estado, con más o menos mercado, con mayor o menor intervencionismo,  pero siempre poniendo la lupa en la producción, y en gastar menos de lo que se produce,  lo contrario es lo que venimos sufriendo, altísimo déficit fiscal, inflación, agrandamiento insoportable del estado, presión tributaria insostenible y finalmente el fantasma tan temido, 45% de pobres, en uno de los países potencialmente más ricos del planeta.


Para llevar a cabo sus políticas, se rodeo de un grupo de colaboradores que precisamente también habían egresado del Colegio del Uruguay, como lo fueron sus ministros de educación y justica Dr. Luis Mac Kay, Ministro de trabajo y previsión social  David Bleger,  de defensa, y también  de obras y servicios públicos Justo Policarpio Villar ,  el ministro de guerra Adolfo  Solanas Pacheco, y  presidente de YPF con rango ministerial, el recordado Dr.Juan Jose Bruno .
A ello debe sumarse un hombre de gran confianza del presidente, el Dr. Héctor Buenaventura Sauret, en ese entonces Diputado Nacional por Entre Ríos, también alumno del Colegio. Esta cantidad de personalidades me obligan a referirme nuevamente al Dr.  Felix Luna, cuando  en el libro “Soy Roca”, reproduce lãs siguientes expresiones, atribuidas al Presidente Julio Roca “cuando ingreso a las reuniones de gabinete, me parece hacerlo al Colegio del Uruguay”, refiriéndose obviamente a sus colaboradores, en su gran mayoría condiscípulos  en el Colegio.
En síntesis, ambos fueron estadistas, entendiendo por tal aquellas personas que ponen todo su saber y decisiones al servicio del interés general representado por el Estado. Políticos que piensan en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones, en definitiva en soluciones a mediano y largo plazo, que no siempre son fáciles.
La visión económica de Urquiza y Frondizi coincidían en un punto, es necesario aumentar la producción, y el desarrollo del comercio, y la inserción de la argentina en el mundo,  dicho en términos vulgares, agrandar  el tamaño de la torta para  luego poder mejor distribuirla. Para ambos los grandes enemigos de la república eran la pobreza y la ignorancia. 
Concluyendo , afirmo que los uruguayenses somos privilegiados: tenemos la basílica en donde descansarán los restos de dos presidentes constitucionales,  a metros , el colegio del Uruguay ;  a una cuadra,  la casa de Urquiza, un verdadero Palacio , respecto del cual el CCU ha elaborado el proyecto del museo de la organización nacional, y en frente la pirámide que evoca el pronunciamiento del 1º de mayo de 1851, que preanuncia los grandes cambios que se avecinaban  en el país años después. Cuidemos estos monumentos históricos.
Por ello, resulto muy acertado el proyecto de la ex Diputada provincial, mandato cumplido por Felicitas Rodriguez que se plasmo en la Ley Nº10.314, que declara a esta ciudad capital histórica de Entre Rios, falta que se cumpla, para lo cual somos responsables todos los entrerrianos, sin distinción de partidos políticos, esperemos que así sea.


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