Por Beatriz Sarlo / El Mundial terminó el 25 de junio. La dirigencia de Vanguardia Comunista cayó a mediados de agosto. Seguramente, la dictadura los tenía marcados, pero esperó que se fuera hasta el último equipo periodístico extranjero. Tal el cierre de mi Mundial del ’78, unido a la muerte del Turco Semán, de Beatriz Perosio, de Abraham Hoch, de Rubén Kriskausky, de Roberto Cristina. La semana pasada recibí un mensaje de una mujer que no conozco, donde me cuenta esta breve historia: “El 2 de junio de 1978 mi familia me acompañó a la Facultad de Derecho (UBA) a recibir mi diploma de abogada, ellos orgullosos con su hija de 22 años recibida, yo con ansiedad porque había invitado a la ceremonia a mi amigo, un joven abogado de 26 años, Alberto Jorge Vendrell, que no concurrió. A los pocos días me enteré de que a fines de mayo/78 fue secuestrado y desaparecido”. Alicia Martínez, que envió el mensaje, agrega: “Vendrell vivía en Caseros igual que yo. Eramos primeros profesionales de familias obreras”. Cosas así podrían enseñarse en las escuelas entre partido y partido. No digo que sea un antídoto contra el nacionalismo deportivo, que es una peste resistente y casi universal, pero será, por lo menos, un acto de memoria. La copa del ’78 está manchada.
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