Por José Antonio Artusi
Sam Altman nació en Chicago el 22 de abril de 1985. Es el director
ejecutivo de Open AI y está considerado uno de los principales impulsores del
desarrollo de la inteligencia artificial. El 16 de marzo de 2021 publicó un breve
artículo titulado “La ley de Moore para todo”. Quizás en un futuro ese texto
sirva como hoja de ruta para el diseño de políticas públicas que podrían modelar
un mejor futuro para los Estados Unidos, y para el mundo entero. A continuación,
sólo se citan algunos párrafos de ese artículo:
“El software que puede pensar y aprender hará cada vez más del trabajo
que hacen las personas hoy. Incluso más poder pasará del trabajo al capital. Si
las políticas públicas no se adaptan en consecuencia, la mayoría de las
personas terminarán en peor situación que hoy.
1. La revolución de la IA
El progreso tecnológico que logremos en los próximos 100 años será mucho
mayor que todo lo que hemos logrado desde que controlamos el fuego e inventamos
la rueda. Ya hemos construido sistemas de IA que pueden aprender y hacer cosas
útiles. Todavía son primitivos, pero las tendencias son claras.
2. La ley de Moore para todo
Consideremos el ejemplo de los semiconductores y la ley de Moore:
durante décadas, los chips se volvieron dos veces más potentes por el mismo
precio aproximadamente cada dos años.
“La ley de Moore para todo” debería ser el grito de guerra de una
generación cuyos miembros no pueden permitirse lo que quieren. Suena utópico,
pero es algo que la tecnología puede ofrecer (y en algunos casos ya lo ha
hecho).
3. Capitalismo para todos
El capitalismo es un poderoso motor de crecimiento económico porque
recompensa a las personas por invertir en activos que generan valor a lo largo
del tiempo, lo que es un sistema de incentivos eficaz para crear y distribuir
ganancias tecnológicas. Pero el precio del progreso en el capitalismo es la
desigualdad.
La forma tradicional de abordar la desigualdad ha sido gravar
progresivamente los ingresos. Por diversas razones, eso no ha funcionado muy
bien. Funcionará mucho, mucho peor en el futuro.
Por lo tanto, deberíamos centrarnos en gravar el capital en lugar del
trabajo, y deberíamos utilizar estos impuestos como una oportunidad para
distribuir directamente la propiedad y la riqueza a los ciudadanos. En otras
palabras, la mejor manera de mejorar el capitalismo es permitir que todos se
beneficien de él directamente como propietarios de acciones. No se trata de una
idea nueva, pero será factible a medida que la IA se haga más poderosa, porque
habrá mucha más riqueza disponible. Las dos fuentes principales de riqueza
serán 1) las empresas, en particular las que utilizan la IA, y 2) la tierra,
que tiene una oferta fija.
Podríamos hacer algo llamado el American Equity Fund. Se capitalizaría
gravando a las empresas por encima de una determinada valoración con un 2,5% de
su valor de mercado cada año, pagadero en acciones transferidas al fondo, y
gravando con un 2,5% del valor de todas las tierras de propiedad privada,
pagadero en dólares. Todos los ciudadanos mayores de 18 años recibirían una
distribución anual, en dólares y acciones de la empresa, en sus cuentas. La
gente tendría la libertad de utilizar el dinero como quisiera o necesitara:
para mejorar la educación, la atención sanitaria, la vivienda, crear una
empresa, lo que fuera.
Henry George, un economista político estadounidense, propuso la idea de
un impuesto sobre el valor de la tierra a fines del siglo XIX. El concepto
cuenta con un amplio apoyo de los economistas. El valor de la tierra aumenta
debido al trabajo que la sociedad realiza a su alrededor: los efectos de red de
las empresas que operan alrededor de un terreno, el transporte público que lo
hace accesible y los restaurantes, cafeterías y acceso a la naturaleza cercanos
que lo hacen deseable. Como el propietario del terreno no hizo todo ese
trabajo, es justo que ese valor se comparta con la sociedad en general que sí
lo hizo.
4. Implementación y resolución de problemas
La cantidad de riqueza disponible para capitalizar el American Equity
Fund sería significativa. Hay alrededor de 50 billones de dólares en valor,
medido por capitalización de mercado, solo en empresas estadounidenses.
También hay alrededor de 30 billones de dólares en tierras de propiedad
privada en los Estados Unidos (sin contar las mejoras sobre la tierra).
Supongamos que este valor también se duplicará aproximadamente durante la
próxima década; esto es algo más rápido que la tasa histórica, pero a medida
que el mundo realmente comience a comprender los cambios que causará la IA, el
valor de la tierra, como uno de los pocos activos verdaderamente finitos,
debería aumentar a un ritmo más rápido. Por supuesto, si aumentamos la carga
impositiva sobre la tenencia de tierras, su valor disminuirá en relación con
otros activos de inversión, lo que es bueno para la sociedad porque hace que un
recurso fundamental sea más accesible y fomenta la inversión en lugar de la
especulación.
Según el conjunto de supuestos anteriores (valores actuales, crecimiento
futuro y la reducción del valor por el nuevo impuesto), dentro de una década
cada uno de los 250 millones de adultos en Estados Unidos recibiría unos 13.500
dólares al año. Ese dividendo podría ser mucho mayor si la IA acelera el
crecimiento, pero incluso si no lo es, 13.500 dólares tendrán un poder
adquisitivo mucho mayor que ahora porque la tecnología habrá reducido en gran
medida el costo de los bienes y servicios. Y ese poder adquisitivo efectivo
aumentará drásticamente cada año. El sistema teóricamente óptimo sería gravar
solo el valor del terreno, y no las mejoras construidas sobre él.
5. El cambio hacia el nuevo sistema
Los cambios que se avecinan son imparables. Si los aceptamos y
planificamos, podemos utilizarlos para crear una sociedad mucho más justa,
feliz y próspera. El futuro puede ser casi inimaginablemente grandioso”.
Publicado en el diario La Calle el 9 de marzo de 2025.