Por Gabriela Pousa / En el año 1996, la sociedad argentina se sorprendía con una cámara oculta donde quedaba en evidencia el pedido de una coima para otorgar una habilitación irregular en Moreno. En ese entonces, Rodolfo Galeliano, funcionario municipal, hablaba de “la platita, la platita” en alusión a la última cuota de un pago de 100 mil pesos, solicitado para poder habilitar una bailanta en dicha localidad del conurbano bonaerense. En menos de 24 horas, el hombre fue detenido y alejado de su cargo. Durante varios días, ese episodio gravitó en la prensa argentina. Sabrá Dios que nos pasó en los últimos 17 años que hoy, tras observar y escuchar hablar de millones de dólares y euros, devenidos del erario público, es decir de su bolsillo y el mío, el asombro es mínimo y quienes se hicieron “irregularmente” de ellos, no sólo siguen libres sino que ocupan los cargos más importantes dentro de los poderes Ejecutivo y Legislativo. Es evidente que el relativismo moral y ético subyugó al país y nos trajo hasta aquí.
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