Por Gonzalo Cáceres y Francisco Sabatini / Con o sin programas fiscales de vivienda social, el resultado es parecido: segregación, falta de acceso al trabajo y a servicios, estigmatización, vulnerabilidad físico-ambiental y, en el extremo, la destrucción de la vivienda por una variedad de causas: sismos, derrumbes, explosiones, incendios o, quizás peor, por programas de demolición de vivienda social como recurso desesperado de las autoridades por eliminar los guetos de desesperanza y crimen que el mismo Estado ayudó a construir con políticas urbanas y de vivienda inapropiadas.
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